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Humanities LibreTexts

1.2: Noche Segunda

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    TEDIATO, la JUSTICIA y después un CARCELERO

    Diálogo

    TEDIATO —¡Qué triste me ha sido ese día! Igual a la noche más espantosa me ha llenado de pavor,1 tedio, afl icción y pesadumbre.2 ¡Con qué dolor han visto mis ojos la luz del astro, a quien llaman benigno3 los que tienen el pecho menos oprimido4 que yo! El sol, la criatura que dicen menos imperfecta imagen del Criador, ha sido objeto de mi melancolía. El tiempo que ha tardado en llevar sus luces a otros climas me ha parecido tormento de duración eterna... ¡Triste de mí! Soy el solo viviente a quien sus rayos no consuelan. Aun la noche, cuya tardanza me hacía tan insufrible la presencia del sol, es menos gustosa, porque en algo se parece al día. No está tan oscura como yo quisiera. ¡La luna! ¡Ah, luna! Escóndete, no mires en este puesto al más infeliz mortal.

    ¡Que no se hayan pasado más que dieciséis horas desde que dejé a Lorenzo! ¿Quién lo creyera? ¡Tales han sido para mí! Llorar, gemir,5 delirar...6 Los ojos fi jos en su retrato, las mejillas bañadas en lágrimas, las manos juntas pidiendo mi muerte al cielo, las rodillas fl aqueando7 bajo el peso de mi cuerpo, así desmayado; sólo un corto resuello me distinguía de un cadáver. ¡Qué asustado quedó Virtelio, mi amigo, al entrar en mi cuarto y hallarme de esa manera! ¡Pobre Virtelio! ¡Cuánto trabajaste para hacerme tomar algún alimento! Ni fuerza en mis manos para tomar el pan, ni en mis brazos para llevarlo a la boca, si alguna vez llegaba. ¡Cuán amargos son bocados mojados con lágrimas! Instante...8 me mantuve inmóvil. Se fue sin duda cansado... ¿Quién no se cansa de un amigo como yo, triste, enfermo, apartado del mundo, objeto de la lástima de algunos, del menosprecio de otros, de la burla de muchos? ¡Qué mucho me dejase! Lo extraño es que me mirase alguna vez. ¡Ah, Virtelio! ¡Virtelio! Pocos instantes más que hubieses permanecido mío, te hubieran dado fama de amigo verdadero. Pero ¿de qué te serviría? Hiciste bien en dejarme; también te hubiera herido la mofa de los hombres. Dejar a un amigo infeliz, conjurarte con9 la suerte10 contra un triste, aplaudir la inconstancia11 del mundo, imitar lo duro de las entrañas12 comunes, acompañar con tu risa la risa universal, que es eco de los llantos de un mísero... Sigue, sigue... Éste es el camino de la fortuna... Adelántate a los otros: admirarán tu talento. Yo le vi salir... Murmuraba de la fl aqueza de mi ánimo. La Naturaleza sin duda murmuraba de la dureza del suyo. Éste es el menos pérfido13 de todos mis amigos; otros ni aun eso hicieron. Tediato se muere, dirían unos; otros repetirían: se muere Tediato. De mi vida y de mi muerte hablarían como del tiempo bueno o malo suelen hablar los poderosos, no como los pobres a quien tanto importa el tiempo. La luz del sol, que iba faltando, me sacó del letargo cruel. La tiniebla me traía el consuelo que arrebata a todo el mundo. Todo el consuelo que siente toda la naturaleza al parecer el sol, le sentí todo junto al ponerse. Dije mil veces preparándome a salir: bienvenida seas, noche, madre de delitos, destructora de la hermosura, imagen del caos de que salimos. Duplica tus horrores; mientras más densas, más gustosas me serán tus tinieblas. No tomé alimento; no enjugué las lágrimas; púseme el vestido más lúgubre; tomé este acero, que será..., ¡ay!, sí; será quien consuele de una vez todas mis cuitas. Vine a este puesto; espero a Lorenzo.

    Desengañado de las visiones y fantasmas, duendes, espíritus y sombras, me ayudará con fi rmeza a levantar la losa; haré el robo... ¡El robo! ¡Ay! Era mía; sí, mía; yo, suyo. No, no, la agravio; me agravio: éramos uno. Su alma, ¿qué era sino la mía? La mía, ¿qué era sino la suya? Pero ¿qué voces se oyen? Muere, muere, dice una de ellas. ¡Qué me matan!, dice otra voz. Hacia mí vienen corriendo varios hombres. ¿Qué haré? ¿Qué veo? El uno cae herido al parecer... Los otros huyen retrocediendo por donde han venido. Hasta mis plantas14 viene batallando con las ansias de la muerte. ¿Quién eres? ¿Quién eres? ¿Quiénes son los que te siguen? ¿No respondes? El torrente de sangre que arroja15 por boca y por herida16 me mancha17 todo... Es muerto, ha expirado asido de mi pierna. Siento pasos a este otro lado. Mucha gente llega; el aparato18 es de ser19 comitiva20 de la justicia.

    Una página del poema largo de Young enmarcado por la imagen de un hombre desnudo que desciende cabizbajo tocando una trompeta y despertando a un esqueleto que yacía bajo una mortaja.
    Figura \(\PageIndex{1}\): Grabado por William Blake para la edición de 1797 de Night-Thoughts de Edward Young. Colleccion of Robert N. Essick. Copyright © 2015 William Blake Archive. Used with permission [Thoughts.jpg].

    JUSTICIA —Pues aquí está el cadáver, y ese hombre está ensangrentado, tiene la espada en la mano, y con la otra procura21 desasirse del muerto, parece indicar no ser otro el asesino. Prended22 a ese malvado.23 Ya sabéis lo importante de este caso. El muerto es un personaje cuyas calidades no permiten el menor descuido de nuestra parte. Sabéis los antecedentes de este asesinato que se proponían. Atadle.24 Desde esta noche te puedes contar por muerto, infame.25 Sí, ese rostro,26 lo pálido de su semblante,27 su turbación, todo indica, o aumenta los indicios que ya tenemos... En breve tendrás muerte ignominiosa28 y cruel.

    TEDIATO —Tanto más gustosa... Por extraño camino me concede el cielo lo que le pedí días ha con todas mis veras...29

    JUSTICIA —¡Cuál30 se complace31 con su delito!

    TEDIATO —¡Delito! Jamás le tuve. Si lo hubiera tenido, él mismo hubiera sido mi primer verdugo,32 lejos de complacerme en él. Lo que me es gustosa es la muerte... Dádmela cuanto antes, si os merezco33 alguna misericordia.34 Si no sois tan benigno, dejadme vivir; ése será mi mayor tormento. No obstante, si alguna caridad merece un hombre, que la pide a otro hombre, dejadme un rato llegar más cerca de ese templo, no por valerme de su asilo,a sino por ofrecer mi corazón a...

    JUSTICIA —Tu corazón en que engendras35 maldades.

    TEDIATO —No injuries36 a un infeliz; mátame sin afrentarme.37 Atormenta38 mi cuerpo, en quien tienes dominio,39 no insultes una alma que tengo más noble..., un corazón más puro..., sí, más puro, más digna habitación del Ser Supremo, que el mismo templo en que yo quería... Ya nada quiero... Haz lo que quieras de mí... No me preguntes quién soy, cómo vine aquí, qué hacía, qué intentaba hacer, y apuren40 los verdugos sus crueldades en mí; las verás todas vencidas por mi fi neza.41

    JUSTICIA —Llevadle aprisa, no salgan al encuentro sus compañeros.

    TEDIATO —Jamás los tuve: ni en la maldad, porque jamás fui malo; ni en la bondad, porque ninguno me ha igualado en lo bueno. Por eso soy el más infeliz de los hombres. Cargad42 más prisiones43 sobre mí. Ministros feroces: ligad44 más esos cordeles con que me arrastráis45 cual víctima inocente. Y tú, que en ese templo quedas, únete a tu espíritu inmortal, que exhalaste46 entre mis brazos, si lo permite quien puede, y ven a consolarme en la cárcel, o a desengañar a mis jueces. Salga yo valeroso47 al suplicio48 o inocente al mundo. ¡Pero no! Agraviado o vindicado, muera yo, muera yo y en breve.

    JUSTICIA —Su delito le turba los sentidos; andemos, andemos.

    TEDIATO —¿Estamos ya en la cárcel?

    JUSTICIA —Poco falta.

    TEDIATO —Quien encuentre la comitiva de la justicia llevando a un preso ensangrentado, pálido, mal vestido, cargado de cadenas que le han puesto y de oprobios49 que le dicen, ¿qué dirá? Allá va un delincuente. Pronto lo veremos en el patíbulo50 ; su muerte será horrorosa, pero saludable espectáculo. ¡Viva la justicia! Castíguense los delitos. Arránquese de la sociedad los que turben su quietud. De la muerte de un malvado se asegura la vida de muchos buenos. Así irán diciendo de mí; así irán diciendo. En vano les diría mi inocencia. No me creerían; si la jurara,51 me llamarían perjuro52 sobre malvado. Tomaría por testigos de mi virtud a esos astros; darían su giro53 sin cuidarse del virtuoso que padece ni del inicuo54 que triunfa.

    JUSTICIA —Ya estamos en la cárcel.

    TEDIATO —Sepulcro de vivos, morada55 de horror, triste descanso en el camino del suplicio, depósito56 de malhechores, abre tus puertas; recibe a este infeliz.

    CARCELERO —Compasión yo, ¿de quién? ¿De un preso que se me encarga? No me conocéis. Años ha que soy carcelero, y en el discurso de ese tiempo he guardado los presos que he tenido como si guardara fi eras en las jaulas62. Pocas palabras, menos alimento, ninguna lástima, mucha dureza, mayor castigo y continua amenaza.63 Así me temen. Mi voz entre las paredes de esta cárcel es como el trueno entre montes. Asombra a cuantos la oyen. He visto llegar facinerosos64 de todas las provincias, hombres a quienes los dientes y las canas65 habían salido entre muertes y robos... Los soldados, al entregármelos,66 se aplaudían más que de una batalla que hubiesen ganado. Se alegraban de dejarlos en mis manos más que si de ellas sacaran el más precioso saqueo67 de una plaza68 sitiada69 muchos meses; y todo esto no obstante..., a pocas horas de estar bajo mi dominio han temblado los hombres más atroces.

    JUSTICIA —Pues ya queda asegurado; adiós otra vez.

    CARCELERO —Sí, sí; grillos, cadenas, esposas,70 cepo,71 argolla,72 todo le sujetará.

    TEDIATO —Y más que todo mi inocencia.

    CARCELERO —Delante de mí no se habla; y si el castigo no basta a cerrarte la boca, mordazas73 hay.

    CARCELERO —Éste es el calabozo destinado para ti. En breve volveré.

    TEDIATO —No me espantan sus tinieblas, su frío, su humedad, su hediondez76 ; no el ruido que han hecho los cerrojos77 de esa puerta, no el peso de mis cadenas. Peor habitación ocupa ahora... ¡Ay, Lorenzo! Habrás ido al señalado puesto, no me habrás hallado. ¡Qué habrás juzgado de mí! Acaso creerás que miedo, inconstancia... ¡Ay! No, Lorenzo; nada de este mundo ni del otro me parece espantoso, y constancia no me puede faltar, cuando no me ha faltado ya sobre la muerte de quien vimos ayer cadáver medio corrompido. Me acometieron78 mil desdichas: ingratitud de mis amigos, enfermedad, pobreza, odio de poderosos, envidia de iguales, mofa de parte de mis inferiores... La primera vez que dormí, fi guróseme79 que veía el fantasma que llaman fortuna. Cual suele pintarse la muerte con una guadaña80 que despuebla el universo, tenía la fortuna una vara81 con que volvía a todo el globo. Tenía levantado el brazo contra mí. Alcé82 la frente, la miré. Ella se irritó; me sonreí, y me dormí; [por] segunda vez se venga83 de mi desprecio.84 Me pone, siendo yo justo y bueno, entre facinerosos hoy; mañana tal vez entre las manos del verdugo; éste me dejará entre los brazos de la muerte. ¡Oh muerte!, ¿por qué dejas que te llamen daño, el mayor de ellos, el último de todos? ¡Tú, daño! Quien así lo diga, no ha pasado lo que yo.

    ¡Qué voces oigo (¡ay!) en el calabozo inmediato!85 Sin duda hablan de morir. ¡Lloran! ¡Van a morir, y lloran! ¡Qué delirio! Oigamos lo que dice el mísero insensato que teme burlar de una vez todas sus miserias. No, no escuchemos. Indignas voces de oírse son las que articula el miedo al aparato de la muerte.

    ¡Ánimo, ánimo, compañero! Si mueres dentro del breve plazo que te señalan, poco tiempo estarás expuesto a la tiranía, envidia, orgullo, venganza, desprecio, traición, ingratitud... Esto es lo que dejas en el mundo. Envidiables delicias dejas por cierto a los que se queden en él; te envidio el tiempo que me ganas; el tiempo que tardaré en seguirte.

    Ha callado el que sollozaba, y también dos voces que le acompañaban, una hablándole de... Sin duda fue ejecución secreta. ¿Si se llegarán ahora los ejecutores a mí? ¡Qué gozo! Ya se disipan todas las tinieblas de mi alma. Ven, muerte, con todo tu séquito.86 Sí, ábrase esa puerta; entren los verdugos feroces manchados aún con la sangre que acaban de derramar a una vara87 de mí. Si el ser infeliz es culpa, ninguno más reo que yo. ¡Qué silencio tan espantoso ha sucedido.88 a los suspiros89 del moribundo!90 Las pisadas de los que salen de su calabozo, las voces bajas con que se hablan, el ruido de las cadenas que sin duda han quitado al cadáver, el ruido de la puerta estremece91 lo sensible92 de mi corazón, no obstante lo fuerte de mi espíritu. Frágil habitación de una [sic] alma superior a todo lo que Naturaleza puede ofrecer, ¿por qué tiemblas? ¿Ha de horrorizarme lo que desprecio? ¡Si será sueño esta debilidad que siento! Los ojos se me cierran, no obstante la debilidad que en ellos ha dejado el llanto. Sí; reclínome. Agradable concurso,93 música deliciosa, espléndida mesa, delicado lecho, gustoso sueño encantarán a estas horas a alguno en el tropel94 del mundo. No se envanezca,95 lo mismo tuve yo; y ahora... una piedra es mi cabecera,96 una tabla97 mi cama, insectos mi compañía. Durmamos. Quizá me despertará una voz que me diga. Ven al tormento; u otra que me diga: Ven al suplicio. Durmamos. ¡Cielos! Si el sueño es imagen de la muerte... ¡Ay! Durmamos.

    ¡Qué pasos siento! Una corta luz parece que entra por los resquicios98 de la puerta. La abren; es el carcelero, y le siguen dos hombres. ¿Qué queréis? ¿Llegó por fi n la hora inmediata a la de mi muerte? ¡Me la vais a anunciar con semblante de debilidad y compasión o con rostro de entereza99 y dominio!

    CARCELERO —Muy diferente es el objeto de nuestra venida. Cuando me aparté de ti, juzgué que a mi vuelta te llevarían al tormento, para que en él declarases los cómplices del asesinato que se te atribuía; pero se han descubierto los autores y ejecutores de aquel delito. Vengo con orden de soltarte. Ea, quítenle las cadenas y grillos: libre estás.

    TEDIATO —Ni aun en la cárcel puedo gozar del reposo100 que ella me ofrece en medio de sus horrores. Ya iba yo acomodando101 los cansados miembros de mi cuerpo sobre esta tarima,102 ya iba tolerando mi cabeza lo duro de esa piedra, y me vienes a despertar, ¿y para qué? Para decirme que no he de morir. Ahora sí que turbas mi reposo... Me vuelves a arrojar otra vez al mundo, al mundo de donde se ausentó lo poco bueno que había en él. ¡Ay! Decidme, ¿es de día?

    CARCELERO —Aún faltará una hora de noche.

    TEDIATO —Pues voyme. Con tantas contingencias103 como ofrece la suerte, ¿qué sé yo si mañana nos volveremos a ver?

    CARCELERO —Adiós.

    TEDIATO —Adiós. Una hora de noche aún falta. ¡Ay! Si Lorenzo estuviese en el paraje104 de la cita, tendríamos tiempo para concluir nuestra empresa; se habrá cansado de esperarme. Mañana, ¿dónde le hallaré? No sé su casa. Acudir al templo parece más seguro. Pasareme ahora por el atrio105 ¡Noche!, dilata106 tu duración; importa poco que te esperen con impaciencia el caminante para continuar su viaje y el labrador para seguir su tarea. Domina, noche, domina, y más y más sobre un mundo que por sus delitos se ha hecho indigno del sol. Quede aquel astro alumbrando107 a hombres mejores que los de estos climas. Mientras más dure tu oscuridad, más tiempo tendré de cumplir la promesa que hice al cadáver encima de su tumba, en medio de otros sepulcros, al pie de los altares y bajo la bóveda108 sagrada del templo. Si hay alguna cosa más santa en la tierra, por ella juro no apartarme de mi intento; si a ello faltase yo, si a ello faltase... ¿Cómo había de faltar?

    Aquella luz que descubro será..., será acaso la que arde alumbrando a una imagen que está fi ja en la pared exterior del templo. Adelantemos el paso. Corazón, esfuérzate, o saldrás en breve victorioso de tanto susto, cansancio, terror, espanto y dolor, o en breve dejarás de palpitar109 enese miserable pecho. Sí, aquélla es la luz; el aire la hace temblar de modo que tal vez se apagará antes que yo llegue a ella. Pero ¿por eso he de temer la oscuridad? Antes debe serme más gustosa. Las tinieblas son mi alimento. El pie siente algún obstáculo... ¿Qué será? Tentemos. Un bulto, y bulto de hombre. ¿Quién es? Parece como que sale de un sueño. ¡Amigo! ¿Quién es? Si eres algún mendigo110 necesitado que de fl aqueza has caído, y duermes en la calle por faltarte casa en que recogerte111 y fuerzas para llegarte a un hospital, sígueme; mi casa será tuya; no te espanten tus desdichas; muchas y grandes serán, pero te habla quien las pasa mayores. Respóndeme, amigo... Desahóguese112 en mi pecho el tuyo; tristes como tú busco yo; sólo me conviene la compañía de los míseros; harto tiempo viví con los felices. Tratar con el hombre en la prosperidad es tratarle fuera del mismo. Cuando está cargado de penas, entonces está cual es: cual Naturaleza lo entrega a la vida, y cual la vida le entregará a la muerte; cual fueron sus padres, y cuales serán sus hijos. Amigo, ¿no respondes? Parece joven de corta edad. Niño, ¿quién eres? ¿Cómo has venido aquí?

    Dibujo en bugalla que serviría de preparación para el grabado en aguafuerte y aguanta Ensayos (Caprichos n. 60). En el fondo un gran cabrón oscuro y cornudo vigila a dos mujeres viejas, feas, desnudas y alegres que empiezan a levitar. Una está fl otando recostada a un metro del suelo, con los pies al aire y tocando con la mano la sien de la otra. La otra también levita y coge a su compañera por el pelo. En el suelo hay una olla de ungüentos, una calavera, un hueso, dos gatos, una cajita y dos carretes o bobinas de hilo.
    Figura \(\PageIndex{2}\): Ensayo de brujas primerizas, n. 2 de la serie Sueños, del Álbum B o Álbum Sanlúcar-Madrid de Francisco de Goya, c. 1796- 1797. Wikimedia Commons [sueno2.jpg]. La inscripción al pie de la imagen dice “Ensayo de brujas primerizas de primer buelo, y con temor se prueban para trabajar”

    NIÑO —¡Ay, ay, ay!

    TEDIATO —No llores; no quiero hacerte mal. Dime, ¿quién eres? ¿Dónde viven tus padres? ¿Sabes tu nombre? ¿Y el de la calle en que vives?

    NIÑO —Yo soy... Mire usted... Vivo... Venga usted conmigo para que mi padre no me castigue. Me mandó quedar aquí hasta las dos, y ver si pasaba alguno por aquí muchas veces, y que fuera a llamarle. Me he quedado dormido.

    TEDIATO —Pues no temas; dame la manita, toma ese pedazo113 de pan que me he hallado,no sé cómo, en el bolsillo y llévame a casa de tu padre.

    NIÑO —No está lejos.

    TEDIATO —¿Cómo se llama tu padre? ¿Qué ofi cio tiene? ¿Tienes madre y hermanos? ¿Cuántos años tienes tú y cómo te llamas?

    NIÑO —Me llamo Lorenzo, como mi padre. Mi abuelo murió esta mañana. Tengo ocho años, y seis hermanos más chicos que yo. Mi madre acaba de morir de sobreparto.114 Dos hermanos tengo muy malos con viruelas,115 otro está en el hospital, mi hermana se desapareció desde ayer de casa. Mi padre no ha comido en todo hoy un bocado de116 la pesadumbre.

    TEDIATO —¿Lorenzo dices que se llama tu padre?

    NIÑO —Sí, señor.

    TEDIATO —¿Y qué ofi cio tiene?

    NIÑO —No sé cómo se llama.

    TEDIATO —Explícame lo que es.

    NIÑO —Cuando uno se muere, y lo llevan a la iglesia, mi padre es quien...

    TEDIATO —Ya te entiendo; sepulturero, ¿no es verdad?

    NIÑO —Creo que sí, pero aquí estamos ya en casa.

    SEPULTURERO —¿Quién es?

    NIÑO —Abra usted, padre; soy yo y un señor.

    SEPULTURERO —¿Quién viene contigo?

    TEDIATO —Abre, que soy yo.

    SEPULTURERO —Ya conozco la voz. Ahora bajaré a abrir.

    TEDIATO —¡Qué poco me esperabas aquí! Tu hijo te dirá dónde le he hallado. Me ha contado el estado de tu familia. Mañana nos veremos en el mismo puesto para proseguir nuestro intento, y te diré por qué no nos hemos visto esta noche hasta ahora. Te compadezco118 tanto como a mí mismo, Lorenzo, pues la suerte te ha dado tanta miseria y te la multiplica en tus deplorables hijos... Eres sepulturero... Haz un hoyo muy grande, entiérralos todos ellos vivos, y sepúltate con ellos. Sobre tu losa me mataré y moriré diciendo: Aquí yacen unos niños tan felices ahora como eran infelices poco ha, y dos hombres, los más míseros del mundo.

    Un grabado de aguafuerte y aguanta de dos personas desnudas que empiezan a levitar. Una tiene aspecto varonil y está flotando recostada a un metro del suelo, con los pies al aire y tocando con la mano la sien de la otra. La otra es joven y atractiva, de boca y nariz menudas; también levita y agarra a su compañera (o compañero) aparentemente por la oreja. Preside la escena un gran cabrón. En el suelo hay una olla de ungüentos, una calavera, un hueso, dos gatos y dos carretes o bobinas de hilo. También a diferencia del dibujo preparatorio (Sueño n. 2), los gatos tienen una actitud agresiva y en el trasfondo se perfilan unos montes antes trazados en el Sueño n. 2.
    Figura \(\PageIndex{3}: Ensayos, n. 60 de la serie Caprichos de Francisco de Goya, c. 1797-1799. Wikimedia Commons [capricho60.jpg]. La explicación de esta obra en el manuscrito de Ayala y en el del Museo del Prado dice “Poco a poco se va adelantando, ya hace pinitos y con el tiempo sabrá más que la maestra”. La del manuscrito de la Biblioteca Nacional de España dice: “Dejar las labores del sexo; regañar continuamente los casados; robar y estar siempre como gatos, son ensayos y principios de cabronería”.

    a Los lugares y espacios eclesiásticos los controlaban la justicia eclesiástica; los delincuentes podían refugiarse en ellos y pedir asilo a las autoridades católicas.

    1 temor, miedo profundo

    2 grief

    3 benévolo

    4 oppressed, crushed

    5 moaning

    6 raving

    7 debilitándose

    8 [No obstante]

    9 unirte a

    10 la fortuna

    11 deslealtad, traición

    12 el corazón, el alma

    13 desleal, traidor

    14 pies

    15 he spews

    16 wound

    17 to stain

    18 el grupo

    19 parece ser

    20 escuadra

    21 intenta

    22 Tomad, Detened

    23 pervertido

    24 Bind him

    25 malo, ruin, deshonrado

    26 cara

    27 expresión de la cara

    28 disgraceful

    29 sinceridad y fervor

    30 Cómo

    31 se alegra, se contenta

    32 executioner, torturer

    33 deserve

    34 clemencia, compasión

    35 crías, cultivas

    36 faltes el respeto

    37 insultarme

    38 Tortura

    39 autoridad, control

    40 hasten

    41 la pureza de mi amor

    42 Poned

    43 ataduras, cadenas, etc.

    44 atad, bind

    45 drag [away]

    46 expiraste, moriste

    47 valiente, sin miedo

    48 lugar de la tortura

    49 afrentas, deshonras

    50 cadalso, gallows

    51 swore

    52 que jura en falso

    53 seguirían su camino

    54 mal

    55 casa, hogar

    56 lugar donde se guardan

    57 secured

    58 celda individual, frecuentemente subterránea

    59 ball and chains

    60 la evidencia

    61 ruina

    62 cages

    63 intimidación

    64 delincuentes habituales

    65 pelos blancos

    66 dármelos

    67 botín, loot

    68 lugar fortifi cado

    69 besieged

    70 handcuffs

    71 stocks

    72 shackles

    73 gags

    74 los cielos

    75 me la quitarás

    76 mal olor

    77 bolts

    78 atacaron, sobrevinieron

    79 se me fi guró, me pareció

    80 scythe

    81 rod, baton

    82 me levanté

    83 de vengarse

    84 desdén, contempt, disdain

    85 de al lado

    86 entourage

    87 a un metro de distancia, aproximadamente

    88 seguido

    89 sighs

    90 del que iba a morir

    91 hace temblar, aterra, asusta

    92 sensitive

    93 compañía

    94 la muchedumbre, las masas

    95 No se haga vanidoso

    96 almohada

    97 plank

    98 espacios estrechos entre la puerta y su quicio

    99 severidad

    100 descanso

    101 ajustando, arreglando

    102 bench

    103 eventos imprevistos

    104 lugar

    105 portico

    106 extiende

    107 iluminando

    108 dome

    109 latir, pulsar

    110 pobre que pide dinero

    111 refugiarte

    112 to unburden oneself

    113 parte, trozo

    114 in childbirth

    115 smallpox

    116 por

    117 con fuerza

    118 to sympathize


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