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Humanities LibreTexts

4.6: El estudiante de Salamanca (1837-1840), segunda parte

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    90432
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    ...Except the hollow sea’s.
    Mourns o’er the beauty of the Cyclades.
    Byron.- Don Juan, canto 4. LXXII.

    Está la noche serena
    de luceros1 coronada,2
    terso3 el azul de los cielos
    como transparente gasa.4

    Melancólica5 la luna6
    va trasmontando7 la espalda
    del otero8: su alba9 frente
    tímida apenas levanta,

    y el horizonte ilumina,
    pura virgen solitaria,
    y en su blanca luz süave
    el cielo y la tierra baña.

    Deslízase el arroyuelo,10
    fúlgida11 cinta de plata
    al resplandor de la luna,
    entre franjas de esmeraldas.

    Argentadas12 chispas.13 brillan
    entre las espesas14 ramas,15
    y en el seno16 de las flores
    tal vez se aduermen las auras.17

    Tal vez despiertas susurran,18
    y al desplegarse19 sus alas,
    mecen20 el blanco azahar,21
    mueven la aromosa acacia,

    y agitan ramas y flores
    y en perfumes se embalsaman22:
    Tal era pura esta noche,
    como aquella en que sus alas

    los ángeles desplegaron
    sobre la primera llama23
    que amor encendió en el mundo,
    del Edén en la morada.24

    ¡Una mujer! ¿Es acaso
    blanca silfa25 solitaria,
    que entre el rayo de la luna
    tal vez misteriosa vaga?

    Blanco es su vestido, ondea
    suelto el cabello a la espalda.
    Hoja tras hoja las flores
    que lleva en su mano, arranca.26

    Es su paso incierto y tardo,
    inquietas son sus miradas,
    mágico ensueño parece
    que halaga engañoso el alma.

    Ora,27 vedla, mira al cielo,
    ora suspira, y se para:
    Una lágrima sus ojos
    brotan acaso y abrasa28

    su mejilla; es una ola
    del mar que en fiera borrasca29
    el viento de las pasiones
    ha alborotado30 en su alma.

    Tal vez se sienta, tal vez
    azorada31 se levanta;
    el jardín recorre ansiosa,
    tal vez a escuchar se para.

    Es el susurro del viento
    es el murmullo del agua,
    no es su voz, no es el sonido
    melancólico del arpa.

    Son ilusiones que fueron:
    Recuerdos ¡ay! que te engañan,
    sombras del bien que pasó...
    Ya te olvidó el que tú amas.

    Esa noche y esa luna
    las mismas son que miraran
    indiferentes tu dicha,
    cual ora ven tu desgracia.

    ¡Ah! llora sí, ¡pobre Elvira!
    ¡Triste amante abandonada!
    Esas hojas de esas flores
    que distraída tú arrancas,

    ¿sabes adónde, infeliz,
    el viento las arrebata?32
    Donde fueron tus amores,
    tu ilusión y tu esperanza;
    deshojadas y marchitas,33
    ¡pobres flores de tu alma!

    Blanca nube de la aurora,34
    teñida35 de ópalo y grana,36
    naciente luz te colora,
    refulgente37 precursora
    de la cándida38 mañana.

    Mas ¡ay! que se disipó
    tu pureza virginal,
    tu encanto el aire llevó
    cual la aventura ideal
    que el amor te prometió.

    Hojas del árbol caídas
    juguetes del viento son:
    Las ilusiones perdidas
    ¡ay! son hojas desprendidas39
    del árbol del corazón.

    ¡El corazón sin amor!
    Triste páramo40 cubierto
    con la lava del dolor,
    oscuro inmenso desierto
    donde no nace una flor!

    Distante un bosque sombrío,
    el sol cayendo en la mar,
    en la playa un aduar,41
    y a los lejos un navío
    viento en popa navegar;

    óptico vidrio42 presenta
    en fantástica ilusión,
    y al ojo encantado ostenta43
    gratas44 visiones, que aumenta
    rica la imaginación.

    Tú eres, mujer, un fanal45
    transparente de hermosura:
    ¡Ay de ti! si por tu mal
    rompe el hombre en su locura
    tu misterioso cristal.

    Mas ¡ay! dichosa tú, Elvira,
    en tu misma desventura,
    que aun deleites46 te procura,47
    cuando tu pecho suspira,
    tu misteriosa locura:

    Que es la razón un tormento,
    y vale más delirar
    sin juicio,48 que el sentimiento
    cuerdamente49 analizar,
    fijo50 en él el pensamiento.

    Vedla, allí va que sueña en su locura,
    presente el bien que para siempre huyó.
    Dulces palabras con amor murmura:
    Piensa que escucha al pérfi do51 que amó.

    Vedla, postrada52 su piedad implora
    cual si presente la mirara allí:
    Vedla, que sola se contempla y llora,
    miradla delirante sonreír.

    Y su frente en revuelto53 remolino54
    ha enturbiado55 su loco pensamiento,
    como nublo56 que en negro torbellino57
    encubre el cielo y amontona58 el viento.

    Y vedla cuidadosa escoger flores,
    y las lleva mezcladas en la falda,
    y, corona nupcial de sus amores,
    se entretiene en tejer una guirnalda.59

    Y en medio de su dulce desvarío60
    triste recuerdo el alma le importuna61
    y al margen va del argentado río,
    y allí las flores echa de una en una;

    y las sigue su vista en la corriente,
    una tras otras rápidas pasar,
    y confusos sus ojos y su mente
    se siente con sus lágrimas ahogar62:

    Y de amor canta, y en su tierna queja63
    entona64 melancólica canción,
    canción que el alma desgarrada65 deja,
    lamento ¡ay! que llaga66 el corazón.

    ¿Qué me valen tu calma y tu terneza,67
    tranquila noche, solitaria luna,
    si no calmáis del hado68 la crudeza,69
    ni me dais esperanza de fortuna?

    ¿Qué me valen la gracia y la belleza,
    y amar como jamás amó ninguna,
    si la pasión que el alma me devora,
    la desconoce aquel que me enamora?

    Lágrimas interrumpen su lamento,
    inclinan sobre el pecho su semblante,70
    y de ella en derredor71 susurra el viento
    sus últimas palabras, sollozante.72

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    Murió de amor la desdichada Elvira,
    cándida rosa que agostó73 el dolor,
    süave aroma que el viajero aspira
    y en sus alas el aura arrebató.

    Vaso de bendición, ricos colores
    reflejó en su cristal la luz del día,
    mas la tierra empañó74 sus resplandores,75
    y el hombre lo rompió con mano impía.

    Una ilusión acarició su mente:
    Alma celeste para amar nacida,
    era el amor de su vivir la fuente,
    estaba junto a su ilusión su vida.

    Amada del Señor, flor venturosa,76
    llena de amor murió y de juventud:
    Despertó alegre una alborada77 hermosa,
    y a la tarde durmió en el ataúd.

    Mas despertó también de su locura
    al término78 postrero79 de su vida,
    y al abrirse a sus pies la sepultura,80
    volvió a su mente la razón perdida.

    ¡La razón fría! ¡La verdad amarga!81
    ¡El bien pasado y el dolor presente!...
    ¡Ella feliz! ¡que de tan dura carga82
    sintió el peso al morir únicamente!

    Y conociendo ya su fi n cercano,
    su mejilla una lágrima abrasó;
    y así al infi el con temblorosa mano,
    moribunda su víctima escribió:

    “Voy a morir: perdona si mi acento
    vuela importuno a molestar tu oído:
    Él es, don Félix, el postrer lamento
    de la mujer que tanto te ha querido.
    La mano helada de la muerte siento...
    Adiós: ni amor ni compasión te pido...
    Oye y perdona si al dejar el mundo,
    arranca un ¡ay! su angustia al moribundo.

    “¡Ah! para siempre adiós. Por ti mi vida
    dichosa un tiempo resbalar83 sentí,
    y la palabra de tu boca oída,
    éxtasis celestial fue para mí.
    Mi mente aún goza84 la ilusión querida
    que para siempre ¡mísera! perdí...
    ¡Ya todo huyó, desapareció contigo!
    ¡Dulces horas de amor, yo las bendigo!

    “Yo las bendigo, sí, felices horas,
    presentes siempre en la memoria mía,
    imágenes de amor encantadoras,
    que aún vienen a halagarme en mi agonía.85
    Mas ¡ay! volad, huid, engañadoras
    sombras, por siempre; mi postrero día
    ha llegado: perdón, perdón, ¡Dios mío!,
    si aún gozo en recordar mi desvarío.

    “Y tú, don Félix, si te causa enojos
    que te recuerde yo mi desventura;
    piensa están hartos86 de llorar mis ojos
    lágrimas silenciosas de amargura,
    y hoy, al tragar87 la tumba mis despojos,88
    concede este consuelo a mi tristura89;
    estos renglones90 compasivo mira;
    y olvida luego para siempre a Elvira.

    “Y jamás turbe91 mi infeliz memoria
    con amargos recuerdos tus placeres;
    goces te dé el vivir, triunfos la gloria,
    dichas el mundo, amor otras mujeres:
    Y si tal vez mi lamentable historia
    a tu memoria con dolor trajeres,
    llórame, sí; pero palpite92 exento93
    tu pecho de roedor94 remordimiento.95

    “Adiós por siempre, adiós: un breve instante
    siento de vida, y en mi pecho el fuego
    aún arde de mi amor; mi vista errante
    vaga desvanecida...96 ¡calma luego,
    oh muerte, mi inquietud!...97 ¡Sola... expirante!...
    Ámame: no, perdona: ¡inútil ruego!98
    ¡Adiós! ¡adiós! ¡tu corazón perdí!
    -¡Todo acabó en el mundo para mí!”

    Así escribió su triste despedida99
    momentos antes de morir, y al pecho
    se estrechó de su madre dolorida,
    que en tanto inunda en lágrimas su lecho.

    Y exhaló luego su postrer aliento,
    y a su madre sus brazos se apretaron
    con nervioso y convulso movimiento,
    y sus labios un nombre murmuraron.

    Y huyó su alma a la mansión dichosa,
    do100 los ángeles moran...101
    Tristes flores brota la tierra en torno de su losa,102
    el céfiro103 lamenta sus amores.

    Sobre ella un sauce104 su ramaje inclina,
    sombra le presta en lánguido desmayo,105
    y allá en la tarde, cuando el sol declina,
    baña su tumba en paz su último rayo...

    Figura \(\PageIndex{2}\): Retrato de Henriette Sontag como donna Anna en Don Giovanni de Lorenzo da Ponte y Wolfgang Amadeus Mozart, por Paul Delaroche, 1831. Wikimedia Commons [HenrietteSontag.jpg].

    1 enajenada, entontecida, intoxicada
    2 estrellas
    3 crowned
    4 limpio, liso, puro, resplandeciente
    5 chiffon, una tela fina, delgada y semitransparente
    6 Sometida a una tristeza vaga, profunda y permamente, a un estado asociado en la medicina clásica con un exceso de bilis negro, uno de los cuatro fl uidos corporales de la teoría de los humores.
    7 pasar desde el otro lado de las montañas
    8 cerro aislado o solitario, knoll
    9 blanca
    10 parte superior de la cara
    11 arroyo, brook
    12 brillante, resplandeciente
    13 plateadas
    14 sparks
    15 densas, gruesas, apretadas
    16 boughs
    17 parte interna
    18 vientos suaves y dulces
    19 to whisper
    20 to unfold
    21 menean, to rock, to sway
    22 flor blanca del naranjo, limonero o cidro
    23 perfumar
    24 flame
    25 lugar donde se vive
    26 Sílfide, espíritu femenino del aire que tiene su origen en los escritos de Paracelso (s. XVI). Son similares a las ninfas de la mitología griega, las cuales se asocian con lugares geográfi cos determinados, especialmente los lagos, ríos, arroyos y estanques de las montánas.
    27 sacar, separar
    28 ahora
    29 quema
    30 tempestad, tormenta del mar
    31 inquietar, perturbar
    32 sobresaltada, asustada
    33 arranca, quita y lleva
    34 wilted, withered
    35 primera luz del día, que precede al alba; o primeros tiempos de algo
    36 tinted, dyed
    37 roja
    38 brillante
    39 simple, inocente, ingenua
    40 arrancadas, caídas
    41 lugar frío o desabrigado y yermo, wasteland
    42 campamento de tiendas o conjunto de viviendas pobres
    43 cristal, espejo
    44 to boast
    45 placenteras, alegres
    46 beacon
    47 placeres
    48 consigue, provee
    49 sensatez, cordura; lo opuesto de la locura
    50 racionalmente, lógicamente
    51 enfocado
    52 traidor
    53 rendida, humillada, arrodillada
    54 confuso
    55 whirlwind, swirl
    56 oscurecido, to muddy
    57 nube que señala tormenta
    58 remolino de viento
    59 to amass, to heap
    60 corona de flores
    61 delirio
    62 incomoda
    63 sofocarse en el agua
    64 expresión de dolor o pena
    65 empieza a cantar
    66 partida, rota, rasgada
    67 to wound
    68 ternura, cariño
    69 destino, fatalidad
    70 rigor, dureza, severidad
    71 cara
    72 alrededor
    73 sobbing
    74 secó, abrasó, consumió
    75 to mist
    76 luces claras
    77 afortunada
    78 amanecer
    79 límite
    80 final
    81 tumba
    82 lo opuesto de dulce
    83 peso
    84 deslizarse, to slip away
    85 disfrutar, sentir placer
    86 el dolor de la muerte
    87 cansados
    88 consumir
    89 restos mortales
    90 tristeza
    91 líneas de escritura
    92 moleste
    93 to beat
    94 libre
    95 gnawing
    96 sentimiento de culpabilidad
    97 faded
    98 ansiedad, preocupación
    99 súplica, petición, de rogar
    100 adiós
    101 donde
    102 viven, habitan
    103 sepulcro, o piedra que lo cubre
    104 viento suave y apacible
    105 probablemente un sauce llorón, weeping willow
    106 desánimo


    4.6: El estudiante de Salamanca (1837-1840), segunda parte is shared under a not declared license and was authored, remixed, and/or curated by LibreTexts.

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