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Humanities LibreTexts

4.8: El estudiante de Salamanca (1837-1840), cuarta parte

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    Cuarta parte

    Salió en fi n de aquel estado, para caer en el dolor más sombrío, en la más desalentada desesperación y en la mayor amargura y desconsuelo que pueden apoderarse de este pobre corazón humano, que tan positivamente choca y se quebranta con los males, como con vaguedad aspira en algunos momentos, casi siempre sin conseguirlo, a tocar los bienes ligeramente y de pasada.
    Miguel de los Santos Álvarez,
    La protección de un sastre.

    Spiritus quidem promptus est; caro vero infirma.
    (S. Marc. Evang.)

    Vedle, don Félix es, espada en mano,
    sereno el rostro, firme el corazón;
    también de Elvira el vengativo hermano
    sin piedad a sus pies muerto cayó.

    Y con tranquila audacia se adelanta
    por la calle fatal del Ataúd;
    y ni medrosa1 aparición le espanta,
    ni le turba la imagen de Jesús.

    La moribunda2 lámpara que ardía
    trémula lanza su postrer fulgor,3
    y en honda4 oscuridad, noche sombría
    la misteriosa calle encapotó.5

    Mueve los pies el Montemar osado
    en las tinieblas con incierto giro,6
    cuando ya un trecho7 de la calle andado
    súbito junto a él oye un suspiro.8

    Resbalar por su faz9 sintió el aliento,10
    y a su pesar sus nervios se crisparon11;
    mas pasado el primero movimiento,
    a su primera rigidez tornaron.

    “¿Quién va?”, pregunta con la voz serena,
    que ni fi nge valor, ni muestra miedo,
    el alma de invencible vigor llena,
    fiado en su tajante12 de Toledo.13

    Palpa14 en torno de15 sí, y el impío jura,
    y a mover vuelve la atrevida16 planta,17
    cuando hacia él fatídica fi gura,
    envuelta en blancas ropas, se adelanta.

    Flotante y vaga, las espesas nieblas
    ya disipa18 y se anima y va creciendo
    con apagada19 luz, ya en las tinieblas
    su argentino blancor20 va apareciendo.

    Ya leve punto21 de luciente plata,
    astro de clara lumbre22 sin mancilla,23
    el horizonte lóbrego dilata24
    y allá en la sombra en lontananza27 brilla.

    Los ojos Montemar fi jos en ella,
    con más asombro26 que temor la mira;
    tal vez la juzga vagarosa28 estrella
    que en el espacio de los cielos gira.

    Tal vez engaño de sus propios ojos,
    forma falaz que en su ilusión creó,
    o del vino ridículos antojos29
    que al fin su juicio a alborotar subió.

    Mas el vapor del néctar jerezano30
    nunca su mente a trastornar31 bastara,
    que ya mil veces embriagarse en vano
    en frenéticas órgias intentara.

    “Dios presume32 asustarme: ¡ojalá fuera,
    —dijo entre sí riendo—el diablo mismo!
    que entonces, vive Dios, quién soy supiera
    el cornudo33 monarca del abismo”.

    Al pronunciar tan insolente ultraje34
    la lámpara del Cristo se encendió:
    y una mujer velada en blanco traje,
    ante la imagen de rodillas vio.

    “Bienvenida la luz” -dijo el impío-.
    “Gracias a Dios o al diablo”; y con osada,
    fi rme intención y temerario brío,
    el paso vuelve a la mujer tapada.

    Mientras él anda, al parecer se alejan
    la luz, la imagen, la devota dama,
    mas si él se para, de moverse dejan:
    y lágrima tras lágrima, derrama35
    de sus ojos inmóviles la imagen.
    Mas sin que el miedo ni el dolor que inspira
    su planta audaz, ni su impiedad atajen,36
    rostro a rostro a Jesús, Montemar mira.

    La calle parece se mueve y camina,
    faltarle la tierra sintió bajo el pie;
    sus ojos la muerta mirada fascina
    del Cristo, que intensa clavada37 está en él.

    Y en medio el delirio que embarga38 su mente,
    y achaca él al vino que al fin le embriagó,
    la lámpara alcanza con mano insolente
    del ara39 do alumbra la imagen de Dios,

    y al rostro la acerca, que el cándido lino40
    encubre, con ánimo asaz41 descortés;
    mas la luz apaga viento repentino,
    y la blanca dama se puso de pie.

    Empero42 un momento creyó que veía
    un rostro que vagos recuerdos quizá,
    y alegres memorias confusas, traía
    de tiempos mejores que pasaron ya.

    Un rostro de un ángel que vio en un ensueño,43
    como un sentimiento que el alma halagó,
    que anubla44 la frente con rígido ceño,
    sin que lo comprenda jamás la razón.

    Su forma gallarda45 dibuja en las sombras
    el blanco ropaje que ondeante46 se ve
    y cual si pisara mullidas47 alfombras,48
    deslízase leve sin ruido su pie.

    Tal vimos al rayo de la luna llena
    fugitiva vela de lejos cruzar,
    que ya la hinche49 en popa50 la brisa serena
    que ya la confunde la espuma51 del mar.

    También la esperanza blanca y vaporosa
    así ante nosotros pasa en ilusión,
    y el alma conmueve52 con ansia53 medrosa54
    mientras la rechaza la adusta55 razón.

    en una escena de noche, una mujer se ha subido a un muro y de puntillas alcanza con una mano la boca de un hombre ahorcado para arrancarle los dientes mientras con la otra mano se cubre la cara con un pañuelo. En el manuscrito del Museo del Prado, el de Ayala y el de la Biblioteca Nacional de España constan las siguientes explicaciones, respectivamente: “Los dientes de ahorcados son eficacísimos para los hechizos; sin este ingrediente no se hace cosa de provecho. Lástima es que el vulgo crea tales desatinos”; “Los dientes del ahorcado son eficacísimos para hechizos. ¡De qué no es capaz una mujer enamorada!”; y “Por salirse con la suya, sobre todo si está enamorada, es capaz de arrancar los dientes a un ahorcado”.

    Figura \(\PageIndex{1}\): A caza de dientes (Caprichos n. 12), Francisco de Goya, 1799. Wikimedia Commons[1.jpg]. Estampa en papel agarbanzado de un grabado en aguafuerte

    DON FÉLIX
    “¡Qué! ¿sin respuesta me deja?
    ¿No admitís mi compañía?
    ¿Será quizá alguna vieja
    devota?... ¡Chasco56 sería!
    En vano, dueña, es callar,
    ni hacerme señas57 que no;
    he resuelto que sí yo,
    y os tengo que acompañar.
    Y he de saber dónde vais
    y si sois hermosa o fea,
    quién sois y cómo os llamáis.
    Y aun cuando imposible sea,
    y fuerais vos Satanás,
    con sus llamas y sus cuernos,
    hasta en los mismos infiernos,
    vos delante y yo detrás,
    hemos de entrar, ¡vive Dios!
    Y aunque lo estorbara el cielo,
    que yo he de cumplir mi anhelo58
    aun a despecho de vos:
    y perdonadme, señora,
    si hay en mi empeño osadía,
    mas fuera descortesía
    dejaros sola a esta hora:
    y me va en ello mi fama,
    que juro a Dios no quisiera
    que por temor se creyera
    que no he seguido a una dama”.

    Del hondo del pecho profundo gemido,59
    crujido del vaso que estalla60 al dolor,
    que apenas medroso lastima el oído,
    pero que punzante61 rasga62 el corazón;

    gemido de amargo recuerdo pasado,
    de pena presente, de incierto pesar,63
    mortífero64 aliento, veneno exhalado
    del que encubre el alma ponzoñoso65 mar;

    Gemido de muerte lanzó y silenciosa
    la blanca figura su pie resbaló,
    cual mueve sus alas sílfi de amorosa
    que apenas las aguas del lago rizó.66

    Ay el que vio acaso perdida en un día
    la dicha que eterna creyó el corazón,
    y en noche de nieblas, y en honda agonía
    en un mar sin playas muriendo quedó!...

    Y solo y llevando consigo en su pecho,
    compañero eterno su dolor crüel,
    el mágico encanto del alma deshecho,
    su pena, su amigo y amante más fiel;

    miró sus suspiros llevarlos el viento,
    sus lágrimas tristes perderse en el mar,
    sin nadie que acuda67 ni entienda su acento,
    insensible68 el cielo y el mundo a su mal...

    Y ha visto la luna brillar en el cielo
    serena y en calma mientras él lloró,
    y ha visto los hombres pasar en el suelo
    y nadie a sus quejas los ojos volvió,

    y él mismo, la befa69 del mundo temblando,
    su pena en su pecho profunda escondió,
    y dentro en su alma su llanto tragando
    con falsa sonrisa su labio vistió!...

    ¡Ay! quien ha contado las horas que fueron,
    horas otro tiempo que abrevió el placer,
    y hoy solo y llorando piensa cómo huyeron
    con ellas por siempre las dichas de ayer;

    y aquellos placeres, que el triste ha perdido,
    no huyeron del mundo, que en el mundo están,
    y él vive en el mundo do siempre ha vivido,
    y aquellos placeres para él no son ya!

    ¡Ay! del que descubre por fin la mentira,
    ¡Ay! del que la triste realidad palpó,
    del que el esqueleto de este mundo mira,
    y sus falsas galas70 loco le arrancó...

    ¡Ay! de aquel que vive sólo en lo pasado...!
    ¡Ay! del que su alma nutre en71 su pesar,
    las horas que huyeron llamara angustiado,
    las horas que huyeron jamás tornarán...

    Quien haya sufrido tan bárbaro duelo,72
    quien noches enteras contó sin dormir
    en lecho73 de espinas, maldiciendo al cielo,
    horas sempiternas74 de ansiedad sin fin;

    quien haya sentido quererse del pecho
    saltar a pedazos75 roto el corazón;
    crecer su delirio, crecer su despecho;
    al cuello cien nudos echarle el dolor;

    ponzoñoso lago de punzante hielo,
    sus lágrimas tristes, que cuajó76 el pesar,
    reventando77 ahogarle, sin hallar consuelo,
    ni esperanza nunca, ni tregua78 en su afán.

    Aquel, de la blanca fantasma el gemido,
    única respuesta que a don Félix dio,
    hubiera, y su inmenso dolor, comprendido,
    hubiera pesado su inmenso valor.

    Una escena oscura, gris y brumosa de la ciudad en que apenas se vislumbran los contornos de algunos edificios.

    Figura \(\PageIndex{2}\): Detalle del óleo Nocturne: Trafalgar Square (c. 1875-1877) del americano James Abbot McNeill Whistler, autor de Whistler’s Mother. Wikimedia Commons [trafalgar.jpg].

    DON FÉLIX
    “Si buscáis algún ingrato,79
    yo me ofrezco agradecido;
    pero o miente ese recato,
    o vos sufrís el mal trato
    de algún celoso marido.

    “¿Acerté?80 ¡Necia manía!81
    Es para volverme loco,
    si insistís en tal porfía82;
    con los mudos,83 reina mía,
    yo hago mucho y hablo poco”.

    Segunda vez importunada en tanto,
    una voz de süave melodía
    el estudiante oyó que parecía
    eco lejano de armonioso canto:

    De amante pecho lánguido latido,84
    sentimiento inefable85 de ternura,86
    suspiro fiel de amor correspondido,
    el primer sí de la mujer aún pura.

    “Para mí los amores acabaron:
    todo en el mundo para mí acabó:
    los lazos que a la tierra me ligaron,87
    el cielo para siempre desató”,88

    dijo su acento misterioso y tierno,
    que de otros mundos la ilusión traía,
    eco de los que ya reposo89 eterno
    gozan en paz bajo la tumba fría.

    Montemar, atento sólo a su aventura,
    que es bella la dama y aun fácil juzgó,
    y la hora, la calle y la noche oscura
    nuevos incentivos a su pecho son.

    -Hay riesgo90 en seguirme. -Mirad ¡qué reparo!91
    -Quizá luego os pese.92 -Puede que por vos.
    -Ofendéis al cielo. -Del diablo me amparo.93
    -Idos, caballero, ¡no tentéis94 a Dios!

    -Siento me enamora más vuestro despego,95
    y si Dios se enoja, pardiez96 que hará mal:
    véame en vuestros brazos y máteme luego.
    -¡Vuestra última hora quizá esta será!...

    Dejad ya, don Félix, delirios mundanos.97
    -¡Hola, me conoce! -¡Ay! ¡Temblad por vos!
    ¡Temblad, no se truequen deleites livianos98
    en penas eternas! -Basta de sermón,

    que yo para oírlos la cuaresma99 espero;
    y hablemos de amores, que es más dulce hablar;
    dejad ese tono solemne y severo,
    que os juro, señora, que os sienta100 muy mal;

    la vida es la vida: cuando ella se acaba,
    acaba con ella también el placer.
    ¿De inciertos pesares por qué hacerla esclava?
    Para mí no hay nunca mañana ni ayer.

    Si mañana muero, que sea en mal hora
    o en buena, cual dicen, ¿qué me importa a mí?
    Goce yo el presente, disfrute yo ahora,
    y el diablo me lleve si quiere al morir.

    -¡Cúmplase en fi n tu voluntad, Dios mío!,
    la fi gura fatídica exclamó.
    Y en tanto al pecho redoblar101 su brío
    siente don Félix y camina en pos.102

    Cruzan tristes calles,
    plazas solitarias,
    arruinados muros,
    donde sus plegarias103
    y falsos conjuros,104
    en la misteriosa
    noche borrascosa,
    maldecida bruja
    con ronca105
    voz canta,
    y de los sepulcros
    los muertos levanta.
    Y suenan los ecos
    de sus pasos huecos
    en la soledad;
    mientras en silencio
    yace106
    la ciudad,
    y en lúgubre son107
    arrulla108
    su sueño
    bramando Aquilón.109

    Y una calle y otra cruzan,
    y más allá y más allá:
    ni tiene término el viaje,
    ni nunca dejan de andar,
    y atraviesan, pasan, vuelven,
    cien calles quedando atrás,
    y paso tras paso siguen,
    y siempre adelante van;
    y a confundirse ya empieza
    y a perderse Montemar,
    que ni sabe a dó camina,
    ni acierta ya dónde está;
    y otras calles, otras plazas
    recorre y otra ciudad,
    y ve fantásticas torres
    de su eterno pedestal
    arrancarse, y sus macizas110
    negras masas caminar,
    apoyándose en sus ángulos
    que en la tierra, en desigual,
    perezoso tronco111 fijan;
    y a su monótono andar,
    las campanas sacudidas112
    misteriosos dobles113 dan;
    mientras en danzas grotescas
    y al estruendo114 funeral
    en derredor cien espectros
    danzan con torpe compás115:
    y las veletas116 sus frentes
    bajan ante él al pasar,
    los espectros le saludan,
    y en cien lenguas de metal,
    oye su nombre en los ecos
    de las campanas sonar.

    Mas luego cesa el estrépito,117
    y en silencio, en muda paz
    todo queda, y desaparece
    de súbito la ciudad:

    palacios, templos, se cambian
    en campos de soledad,
    y en un yermo118 y silencioso
    melancólico arenal,119
    sin luz, sin aire, sin cielo,
    perdido en la inmensidad,
    tal vez piensa que camina,
    sin poder parar jamás,
    de extraño empuje llevado
    con precipitado120afán;
    entretanto que su guía
    delante de él sin hablar,
    sigue misterioso, y sigue
    con paso rápido, y ya
    se remonta121 ante sus ojos
    en alas del huracán,
    visión sublime, y su frente
    ve fosfórica brillar,
    entre lívidos relámpagos
    en la densa oscuridad,
    sierpes de luz, luminosos
    engendros122 del vendaval123;
    y cuando duda si duerme,
    si tal vez sueña o está
    loco, si es tanto prodigio,124
    tanto delirio verdad,
    otra vez en Salamanca
    súbito vuélvese a hallar,
    distingue los edifi cios,
    reconoce en dónde está,
    y en su delirante vértigo
    al vino vuelve a culpar,
    y jura, y siguen andando
    ella delante, él detrás.

    “¡Vive Dios!, dice entre sí,
    o Satanás se chancea,125
    o no debo estar en mí
    o el málaga126 que bebí
    en mi cabeza aún humea.127

    “Sombras, fantasmas, visiones...
    Dale con tocar a muerto128
    y en revueltas confusiones,
    danzando estos torreones
    al compás de tal concierto.

    “Y el juicio voy a perder
    entre tantas maravillas,
    que estas torres llegué a ver,
    como mulas de alquiler,129
    andando con campanillas.

    “¿Y esta mujer quién será?
    Mas si es el diablo en persona,
    ¿a mí qué diantre130 me da?
    Y más que el traje en que va
    en esta ocasión, le abona.131

    “Noble señora, imagino
    que sois nueva en el lugar:
    andar así es desatino132;
    o habéis perdido el camino,
    o esto es andar por andar.

    “Ha dado en133 no responder,
    que es la más rara locura
    que puede hallarse en mujer,
    y en que yo la he de querer
    por su paso de andadura”.134

    En tanto don Félix a tientas135 seguía,
    delante camina la blanca visión,
    triplica su espanto la noche sombría,
    sus hórridos gritos redobla Aquilón.

    Rechinan136 girando las férreas137 veletas,
    crujir de cadenas138 se escucha sonar,
    las altas campanas, por el viento inquietas
    pausados sonidos en las torres dan.

    Rüido de pasos de gente que viene
    a compás marchando con sordo139 rumor,
    y de tiempo en tiempo su marcha detiene,
    y rezar parece en confuso son.

    Llegó de don Félix luego a los oídos,
    y luego cien luces a lo lejos vio,
    y luego en hileras140 largas divididos,
    vio que murmurando con lúgubre voz,

    enlutados141 bultos142 andando venían;
    y luego más cerca con asombro ve,
    que un féretro143 en medio y en hombros traían
    y dos cuerpos muertos tendidos144 en él.

    Las luces, la hora, la noche, profundo,
    infernal arcano145 parece encubrir.
    Cuando en hondo sueño yace muerto el mundo,
    cuando todo anuncia que habrá de morir

    al hombre, que loco la recia tormenta
    corrió de la vida, del viento a merced,146
    cuando una voz triste las horas le cuenta,
    y en lodo147 sus pompas148 convertidas ve,

    forzoso es que tenga de diamante el alma
    quien no sienta el pecho de horror palpitar,
    quien como don Félix, con serena calma
    ni en Dios ni en el diablo se ponga a pensar.

    Así en tardos149 pasos, todos murmurando,
    el lúgubre entierro150 ya cerca llegó,
    y la blanca dama devota rezando,
    entrambas151 rodillas en tierra dobló.152

    Calado el sombrero y en pie, indiferente
    el féretro mira don Félix pasar,
    y al paso pregunta con su aire insolente
    los nombres de aquellos que al sepulcro van.

    Mas ¡cuál su sorpresa, su asombro cuál fuera,
    cuando horrorizado con espanto ve
    que el uno don Diego de Pastrana era,
    y el otro, ¡Dios santo!, y el otro era él...!

    Él mismo, su imagen, su misma figura,
    su mismo semblante, que él mismo era en fin:
    y duda y se palpa y fría pavura153
    un punto en sus venas sintió discurrir.154

    Al fin era hombre, y un punto temblaron
    los nervios del hombre, y un punto temió;
    mas pronto su antigua vigor recobraron,
    pronto su fiereza volvió al corazón.

    -Lo que es, dijo, por Pastrana,
    bien pensado está el entierro;
    mas es diligencia155 vana
    enterrarme a mí, y mañana
    me he de quejar de este yerro.156

    Diga, señor enlutado,
    ¿a quién llevan a enterrar?
    -Al estudiante endiablado
    don Félix de Montemar”,
    respondió el encapuchado.157

    -Mientes, truhán.158 -No por cierto.
    -Pues decidme a mí quién soy,
    si gustáis, porque no acierto
    cómo a un mismo tiempo estoy
    aquí vivo y allí muerto.

    -Yo no os conozco. -Pardiez,
    que si me llego a enojar,
    tus burlas te haga llorar
    de tal modo, que otra vez
    conozcas ya a Montemar.

    ¡Villano!... mas esto es
    ilusión de los sentidos,
    el mundo que anda al revés,
    los diablos entretenidos
    en hacerme dar traspiés.159

    ¡El fanfarrón160 de don Diego!
    De sus mentiras reniego,161
    que cuando muerto cayó,
    al infi erno se fue luego
    contando que me mató.

    Diciendo así, soltó una carcajada,162
    y las espaldas con desdén volvió:
    se hizo el bigote, requirió163 la espada,
    y a la devota164 dama se acercó.

    -Con que, en fin, ¿dónde vivís?,
    que se hace tarde, señora.
    -Tarde, aún no; de aquí a una hora
    lo será. -Verdad decís,
    será más tarde que ahora.

    -Esa voz con que hacéis miedo,
    de vos me enamora más:
    yo me he echado el alma atrás;
    juzgad si me dará un bledo165
    de Dios ni de Satanás.

    -Cada paso que avanzáis
    lo adelantáis a la muerte,
    don Félix. ¿Y no tembláis,
    y el corazón no os advierte166
    que a la muerte camináis?

    Con eco melancólico y sombrío
    dijo así la mujer, y el sordo acento,
    sonando en torno del mancebo167 impío,
    rugió168 en la voz del proceloso169 viento.

    Las piedras con las piedras se golpearon,
    bajo sus pies la tierra retembló,
    las aves de la noche se juntaron,
    y sus alas crujir sobre él sintió:

    y en la sombra unos ojos fulgurantes170
    vio en el aire vagar que espanto inspiran,
    siempre sobre él saltándose anhelantes:
    ojos de horror que sin cesar le miran.

    Y los vio y no tembló: mano a la espada
    puso y la sombra intrépido embistió,171
    y ni sombra encontró ni encontró nada;
    sólo fijos en él los ojos vio.

    Y alzó los suyos impaciente al cielo,
    y rechinó los dientes y maldijo,
    y en él creciendo el infernal anhelo,
    con voz de enojo blasfemado dijo:

    “Seguid, señora, y adelante vamos:
    tanto mejor si sois el diablo mismo,
    y Dios y el diablo y yo nos conozcamos,
    y acábese por fin tanto embolismo.172

    “Que de tanto sermón, de farsa tanta,
    juro, pardiez, que fatigado estoy:
    nada mi firme voluntad quebranta,
    sabed en fin que donde vayáis voy

    “Un término no más tiene la vida:
    término fijo; un paradero173 el alma;
    ahora adelante”, dijo, y en seguida
    camina en pos con decidida calma.

    Y la dama a una puerta se paró,
    y era una puerta altísima, y se abrieron
    sus hojas en el punto en que llamó,
    que a un misterioso impulso obedecieron;
    y tras la dama el estudiante entró;
    ni pajes174 ni doncellas acudieron;
    y cruzan a la luz de unas bujías175
    fantásticas, desiertas galerías.

    Y la visión como engañoso encanto,
    por las losas deslizase sin ruido,
    toda encubierta bajo el blanco manto
    que barre el suelo en pliegues176 desprendido;
    y por el largo corredor en tanto
    sigue adelante y síguela atrevido,
    y su temeridad177 raya en178 locura,
    resuelto Montemar a su aventura.

    Las luces, como antorchas funerales,
    lánguida luz y cárdena179 esparcían,180
    y en torno en movimientos desiguales
    las sombras se alejaban o venían:
    arcos aquí ruinosos, sepulcrales,
    urnas allí y estatuas se veían,
    rotas columnas, patios mal seguros,181
    yerbosos, tristes, húmedos y oscuros.

    Un cuadro de óleo sobre lienzo en que vemos las paredes, portales y ventanales de una capilla gótica perteneciente a una abadía. Las losas están quebradas, los ventanales están rotos–faltos de sus vidrieras–y crecen matas sobre los arcos. La luz de la luna proyecta fuertes rayos y sombras semilaterales en la galería. En el fondo brilla con luz difusa el cielo nublado y el bosque brumoso. La Abadía de Holyrood fue un destino turístico nocturno desde el siglo VXIII y Daguerre también reprodujo la escena en su teatro-diorama en París, Londres y Liverpool. La abadía tiene un origen legendario que se remonta al siglo XII.

    The Ruins of Holyrood Chapel de Louis Daguerre, c. 1824. Wikimedia Commons [holyrood.jpg]

    Todo vago, quimérico182 y sombrío,
    edificio sin base ni cimiento,
    ondula183 cual fantástico navío
    que anclado184 mueve borrascoso viento.

    En un silencio aterrador185 y frío
    yace allí todo: ni rumor, ni aliento
    humano nunca se escuchó; callado,
    corre allí el tiempo, en sueño sepultado.

    Las muertas horas a las muertas horas
    siguen en el reloj de aquella vida,
    sombras de horror girando aterradoras,
    que allá aparecen en medrosa huida;
    ellas solas y tristes moradoras186
    de aquella negra, funeral guarida,187
    cual soñada fantástica quimera,
    vienen a ver al que su paz altera.188

    Y en él enclavan los hundidos ojos
    del fondo de la larga galería,
    que brillan lejos, cual carbones189 rojos,
    y espantaran la misma valentía:
    y muestran en su rostro sus enojos
    al ver hollada190 su mansión sombría,
    y ora en grupos delante se aparecen,
    ora en la sombra allá se desvanecen.

    Grandiosa, satánica figura,
    alta la frente, Montemar camina,
    espíritu sublime191 en su locura,
    provocando la cólera192 divina:
    fábrica193 frágil de materia impura,
    el alma que la alienta y la ilumina,
    con Dios le iguala, y con osado vuelo
    se alza a su trono y le provoca a duelo.194

    Segundo Lucifer que se levanta
    del rayo195 vengador la frente herida,
    alma rebelde que el temor no espanta,
    hollada sí, pero jamás vencida:
    el hombre en fin que en su ansiedad quebranta196
    su límite a la cárcel de la vida,
    y a Dios llama ante él a darle cuenta,
    y descubrir su inmensidad intenta.

    Y un báquico cantar tarareando,197
    cruza aquella quimérica morada,
    con atrevida indiferencia andando,
    mofa en los labios, y la vista osada;
    y el rumor que sus pasos van formando,
    y el golpe que al andar le da la espada,
    tristes ecos, siguiéndole detrás,
    repiten con monótono compás.

    Y aquel extraño y único rüido
    que de aquella mansión los ecos llena,
    en el suelo y los techos repetido,
    en su profunda soledad resuena198;
    y expira allá cual funeral gemido
    que lanza en su dolor la ánima en pena,
    que al fin del corredor largo y oscuro
    salir parece de entre el roto muro.199

    Y en aquel otro mundo, y otra vida,
    mundo de sombras, vida que es un sueño,
    vida, que con la muerte confundida,
    ciñe200 sus sienes201 con letal beleño202;
    mundo, vaga ilusión descolorida
    de nuestro mundo y vaporoso203 ensueño,
    son aquel ruido y su locura insana,
    la sola imagen de la vida humana.

    Que allá su blanca misteriosa guía
    de la alma dicha la ilusión parece,
    que ora acaricia la esperanza impía,
    ora al tocarla ya se desvanece:
    blanca, flotante nube, que en la umbría204
    noche, en alas del céfiro se mece;
    su airosa ropa, desplegada al viento,
    semeja en su callado movimiento:

    humo süave de quemado aroma
    que al aire en ondas a perderse asciende,
    rayo de luna que en la parda205 loma,206
    cual un broche207 su cima208 al éter209 prende210;
    silfa que con el alba envuelta asoma
    y al nebuloso211 azul sus alas tiende,
    de negras sombras y de luz teñidas,
    entre el alba y la noche confundidas.

    Y ágil, veloz,212 aérea y vaporosa,
    que apenas toca con los pies el suelo,
    cruza aquella morada tenebrosa213
    la mágica visión del blanco velo:
    imagen fiel de la ilusión dichosa
    que acaso el hombre encontrará en el cielo.
    Pensamiento sin fórmula y sin nombre,
    que hace rezar y blasfemar al hombre.

    Y al fin del largo corredor llegando,
    Montemar sigue su callada guía,
    y una de mármol214 negro va bajando
    de caracol215 torcida216 gradería,217
    larga, estrecha218 y revuelta,219 y que girando220
    en torno de él y sin cesar veía
    suspendida en el aire y con violento,
    veloz, vertiginoso221 movimiento.

    Y en eterna espiral y en remolino
    infinito prolóngase y se extiende,
    y el juicio pone en loco desatino222
    a Montemar que en tumbos mil desciende.

    Ilustración de grabado en blanco y negro. En una escena de noche, dos personas hablan enfrente del portal del Castillo de Lindenberg, con un carruaje y un conductor esperando en el fondo. El galante Raymond se encuentra con una esbelta mujer vestida de monja, con la cara velada, llevando una lámpara y una daga, y sangrando de la cintura. Raymond cree que la mujer es su amada, Inés, disfrazada de la Monja ensangrentada , un fantasma que habita el castillo. En la huida en el carruaje, Raymond le quitará el velo y descubrirá que es la Monja ensangrentada misma. Al pie de la ilustración se lee “Agnès, Agnès, tu es à moi. Je suis à [toi] pour la vie” [Inés, Inés, tú eres mía. Yo soy tuya de por vida].

    Ilustración de la traducción francesa de The Monk, la novela gótica del inglés Matthew Gregory Lewis de 1796. Autor desconocido. Wikimedia Commons [le_moine.jpg].

    Y, envuelto en el violento torbellino,
    al aire se imagina, y se desprende,223
    y sin que el raudo224 movimiento ceda,225
    mil vueltas dando, a los abismos rueda226:

    y de escalón227 en escalón cayendo,
    blasfema y jura con lenguaje inmundo,228
    y su furioso vértigo creciendo,
    y despeñado229 rápido al profundo,
    los silbos230 ya del huracán oyendo,
    ya ante él pasando en confusión el mundo,
    ya oyendo gritos, voces y palmadas,
    y aplausos y brutales carcajadas;

    llantos y ayes,231 quejas y gemidos,
    mofas, sarcasmos, risas y denuestos,232
    y en mil grupos acá y allá reunidos,
    viendo debajo de él, sobre él enhiestos,233
    hombres, mujeres, todos confundidos,
    con sandia234 pena, con alegres gestos,
    que con asombro estúpido le miran
    y en el perpetuo remolino giran.

    Siente, por fin, que de repente para,
    y un punto sin sentido se quedó;
    mas luego valeroso se repara,
    abrió los ojos y de pie se alzó;
    y fue el primer objeto en que pensara
    la blanca dama, y alrededor miró,
    y al pie de un triste monumento hallóla,
    sentada en medio de la estancia, sola.

    Era un negro solemne monumento
    que en medio de la estancia se elevaba,
    y a un tiempo a Montemar, ¡raro portento!235,
    una tumba y un lecho semejaba:
    ya imaginó su loco pensamiento
    que abierta aquella tumba le aguardaba236;
    ya imaginó también que el lecho era
    tálamo237 blando que al esposo espera.

    Y pronto, recobrada su osadía,
    y a terminar resuelto su aventura,
    al cielo y al infierno desafía238
    con firme pecho y decisión segura:
    a la blanca visión su planta guía,
    y a descubrirse el rostro la conjura,239
    y a sus pies Montemar tomando asiento,
    así la habló con animoso acento:

    “Diablo, mujer o visión,
    que, a juzgar por el camino
    que conduce a esta mansión,
    eres puro desatino
    o diabólica invención:

    “Siquier240 de parte de Dios,
    siquier de parte del diablo,
    ¿quién nos trajo aquí a los dos?
    Decidme, en fin, ¿quién sois vos?
    y sepa yo con quién hablo:

    “Que más que nunca palpita
    resuelto mi corazón,
    cuando en tanta confusión,
    y en tanto arcano que irrita,
    me descubre mi razón.

    “Que un poder aquí supremo,
    invisible se ha mezclado,
    poder que siento y no temo,
    a llevar determinado
    esta aventura al extremo”.

    Fúnebre
    llanto
    de amor,
    óyese
    en tanto
    en son,
    flébil,241
    blando,
    cual quejido242
    dolorido
    que del alma
    se arrancó;
    cual profundo
    ¡ay! que exhala
    moribundo
    corazón.

    Música triste,
    lánguida y vaga,
    que a par243 lastima
    y el alma halaga;
    dulce armonía
    que inspira al pecho
    melancolía,
    como el murmullo
    de algún recuerdo
    de antiguo amor,
    a un tiempo arrullo244
    y amarga pena
    del corazón.

    Mágico embeleso,245
    cántico246 ideal,
    que en los aires vaga
    y en sonoras ráfagas247
    aumentando va:
    sublime y oscuro,
    rumor prodigioso,
    sordo acento lúgubre,
    eco sepulcral,
    músicas lejanas,
    de enlutado parche248
    redoble monótono,
    cercano huracán,
    que apenas la copa249
    del árbol menea250
    y bramando está:
    olas alteradas
    de la mar bravía,251
    en noche sombría
    los vientos en paz,
    y cuyo rugido252
    se mezcla al gemido
    del muro que trémulo
    las siente llegar:
    pavoroso estrépito,
    infalible présago253
    de la tempestad.

    Y en rápido crescendo,
    los lúgubres sonidos
    más cerca vanse oyendo
    y en ronco rebramar254;
    cual trueno255 en las montañas
    que retumbando256 va,
    cual rujen las entrañas257
    de horrísono258 volcán.

    Y algazara259 y gritería,
    crujir de afilados260 huesos,
    rechinamiento261 de dientes
    y retemblar262 los cimientos,263
    y en pavoroso estallido264
    las losas265 del pavimento
    separando sus junturas262
    irse poco a poco abriendo,
    siente Montemar, y el ruido
    más cerca crece, y a un tiempo
    escucha chocarse cráneos,
    ya descarnados263 y secos,
    temblar en torno la tierra,
    bramar combatidos vientos,
    rugir las airadas olas,
    estallar el ronco trueno,
    exhalar tristes quejidos
    y prorrumpir264 en lamentos:
    todo en furiosa armonía,
    todo en frenético estruendo,
    todo en confuso trastorno,
    todo mezclado y diverso.

    Y luego el estrépito crece
    confuso y mezclado en un son,
    que ronco en las bóvedas265 hondas
    tronando furioso zumbó266;
    y un eco que agudo parece
    del ángel del juicio267 la voz,
    en triple, punzante alarido,268
    medroso y sonoro se alzó;
    sintió, removidas las tumbas,
    crujir a sus pies con fragor269
    chocar en las piedras los cráneos
    con rabia y ahínco270 feroz,
    romper intentando la losa,
    y huir de su eterna mansión,
    los muertos, de súbito oyendo
    el alto mandato de Dios.

    Y de pronto en horrendo estampido271
    desquiciarse272 la estancia273 sintió,
    y al tremendo tartáreo274 rüido
    cien espectros alzarse miró:

    de sus ojos los huecos275 fijaron
    y sus dedos enjutos276 en él;
    y después entre sí se miraron,
    y a mostrarle tornaron después;

    y enlazadas las manos siniestras,
    con dudoso, espantado ademán277
    contemplando, y tendidas sus diestras278
    con asombro al osado mortal,

    se acercaron despacio y la seca
    calavera,279 mostrando temor,
    con inmóvil, irónica mueca280
    inclinaron, formando enredor.

    Y entonces la visión del blanco velo
    al fiero Montemar tendió una mano,
    y era su tacto de crispante281 hielo,
    y resistirlo audaz intentó en vano:

    galvánica,282 cruel, nerviosa y fría,
    histérica y horrible sensación,
    toda la sangre coagulada envía
    agolpada283 y helada al corazón...

    Y a su despecho y maldiciendo al cielo,
    de ella apartó su mano Montemar,
    y temerario alzándola a su velo,
    tirando de él la descubrió la faz.

    ¡Es su esposo!, los ecos retumbaron,
    ¡La esposa al fin que su consorte284 halló!
    Los espectros con júbilo gritaron:
    ¡Es el esposo de su eterno amor!

    Y ella entonces gritó: ¡Mi esposo! Y era
    (¡desengaño fatal!, ¡triste verdad!)
    una sórdida, horrible calavera,
    la blanca dama del gallardo andar...

    Luego un caballero de espuela dorada,
    airoso, aunque el rostro con mortal color,
    traspasado el pecho de fiera estocada,285
    aún brotando286 sangre de su corazón,

    se acerca y le dice, su diestra287
    tendida, que impávido288 estrecha289 también Montemar:
    -Al fin la palabra que disteis, cumplida290;
    doña Elvira, vedla, vuestra esposa es ya.

    -Mi muerte os perdono. Por cierto, don Diego,
    repuso don Félix tranquilo a su vez,
    me alegro de veros con tanto sosiego,291
    que a fe292 no esperaba volveros a ver.

    En cuanto a ese espectro que decís mi esposa,
    raro casamiento293 venísme a ofrecer:
    su faz no es por cierto ni amable ni hermosa,
    mas no se os figure294 que os quiera ofender.

    Por mujer la tomo, porque es cosa cierta,
    y espero no salga fallido295 mi plan,
    que en caso tan raro y mi esposa muerta,
    tanto como viva no me cansará.

    Mas antes decidme si Dios o el demonio
    me trajo a este sitio, que quisiera ver
    al uno o al otro, y en mi matrimonio
    tener por padrino296 siquiera a Luzbel297:

    Cualquiera o entrambos298 con su corte toda,
    estando estos nobles espectros aquí,
    no perdiera mucho viniendo a mi boda...
    Hermano don Diego, ¿no pensáis así?

    Tal dijo don Félix con fruncido299ceño,
    en torno arrojando300 con fi ero ademán
    miradas audaces de altivo desdeño,301
    al Dios por quien jura capaz de arrostrar.302

    El carïado,303 lívido304 esqueleto,305
    los fríos, largos y asquerosos306 brazos,
    le enreda307 en tanto en apretados308 lazos,
    y ávido309 le acaricia en su ansiedad:
    y con su boca cavernosa busca
    la boca a Montemar, y a su mejilla310
    la árida, descarnada y amarilla
    junta y refriega311 repugnante faz.312

    Fotograma en color de una película de animación stop motion. Desde un ángulo contrapicado y ladeado, con iluminación a contraluz, se nos acerca en primer plano la figura de una mujer de apenas veinte años, en traje de boda, pálida, descarnada tanto en un brazo y en algunas costillas como también en una mejilla. A pesar de ser una muerta animada, su figura es intencionadamente atractiva: de cintura menuda, busto y caderas amplios, tez lisa, labios carnados y rojos, con ojos grandes y claros y una actitud de enamoramiento inocente. La escena ocurre de noche en un bosque y un cementerio macabros. La iluminación es de un azul tenebroso atribuido a los rayos de luna filtrándose entre los densos troncos de los árboles.

    Emily, la novia muerta en la película Corpse Bride de Tim Burton y Mike Johnson, 2005 [corpse_bride.jpg].

    Y él, envuelto en sus secas coyunturas,313
    aún más sus nudos314 que se aprieta siente,
    baña un mar de sudor su ardida315 frente
    y crece en su impotencia su furor;
    pugna316 con ansia a desasirse317 en vano,
    y cuanto más airado forcejea,
    tanto más se le junta y le desea
    el rudo espectro que le inspira horror.

    Y en furioso, veloz remolino,
    y en aérea fantástica danza,
    que la mente del hombre no alcanza
    en su rápido curso a seguir,
    los espectros su ronda318 empezaron,
    cual en círculos raudos el viento
    remolinos de polvo violento
    y hojas secas agita319 sin fin.

    Y elevando sus áridas320 manos,
    resonando cual lúgubre eco,
    levantóse con su cóncavo321 hueco
    semejante a un aullido322 una voz:
    pavorosa, monótona, informe,323
    que pronuncia sin lengua su boca,
    cual la voz que del áspera324 roca
    en los senos325 el viento formó.

    “Cantemos, dijeron sus gritos,
    la gloria, el amor de la esposa,
    que enlaza en sus brazos dichosa,
    por siempre al esposo que amó:
    su boca a su boca se junte,
    y selle su eterna delicia,326
    suave, amorosa caricia
    y lánguido beso de amor.

    “Y en mutuos abrazos unidos,
    y en blando y eterno reposo,
    la esposa enlazada al esposo
    por siempre descansen en paz:
    y en fúnebre luz ilumine
    sus bodas fatídica tea,327
    les brinde328 deleites y sea
    la tumba su lecho nupcial”.

    Mientras, la ronda frenética
    que en raudo giro se agita,
    más cada vez precipita
    su vértigo sin ceder;
    más cada vez se atropella,329
    más cada vez se arrebata,
    y en círculos se desata
    violentos más cada vez:

    y escapa en rueda quimérica,
    y negro punto parece
    que en torno se desvanece
    a la fantástica luz,
    y sus lúgubres aullidos
    que pavorosos se extienden,
    los aires rápidos hienden330
    más prolongados aún.

    Y a tan continuo vértigo,
    a tan funesto331 encanto,332
    a tan horrible canto,
    a tan tremenda lid333;
    entre los brazos lúbricos334
    que aprémianle335 sujeto,336
    del hórrido esqueleto,
    entre caricias mil:

    Jamás vencido337 el ánimo,
    su cuerpo ya rendido,
    sintió desfallecido338
    faltarle, Montemar;
    y a par que más su espíritu
    desmiente339 su miseria
    la flaca, vil340 materia341
    comienza a desmayar.342

    Y siente un confuso,
    loco devaneo,343
    languidez,344 mareo345
    y angustioso afán:
    y sombras y luces
    la estancia que gira,
    y espíritus mira
    que vienen y van.

    Y luego a lo lejos
    flébil en su oído,
    eco dolorido
    lánguido sonó,
    cual la melodía
    que el aura amorosa,
    y el aura armoniosa
    de noche formó:

    y siente luego
    su pecho ahogado
    y desmayado,
    turbios346 sus ojos,
    sus graves párpados347
    flojos caer:
    la frente inclina
    sobre su pecho,
    y a su despecho,
    siente sus brazos
    lánguidos, débiles,
    desfallecer.

    Y vio luego
    una llama
    que se inflama348
    y murió;
    y perdido,
    oyó el eco
    de un gemido
    que expiró.

    Tal, dulce
    suspira
    la lira349
    que hirió,350
    en blando
    concepto,351
    del viento
    la voz,

    leve,352
    breve
    son.

    En tanto353 en nubes de carmín354 y grana
    su luz el alba arrebolada355 envía,356
    y alegre regocija357 y engalana358
    las altas torres al naciente359 día;
    sereno el cielo, calma la mañana,
    blanda la brisa, trasparente y fría,
    vierte360 a la tierra el sol con su hermosura
    rayos de paz y celestial ventura.361

    Y huyó la noche y con la noche huían
    sus sombras y quiméricas mujeres,
    y a su silencio y calma sucedían362
    el bullicio363 y rumor de los talleres364;
    y a su trabajo y a su afán volvían
    los hombres y a sus frívolos placeres,
    algunos hoy volviendo a su faena365
    de zozobra366 y temor el alma llena:

    ¡Que era pública voz, que llanto arranca
    del pecho pecador y empedernido,367
    que en forma de mujer y en una blanca
    túnica misteriosa revestido,368
    aquella noche el diablo a Salamanca
    había en fin por Montemar venido!...
    Y si, lector, dijerdes369 ser comento,370
    como me lo contaron, te lo cuento.

    2 que causa espanto o miedo
    3 agonizante, expirante
    4 resplandor, brillo, luminosidad
    5 profunda
    6 encubrir con una capa
    7 paso, rumbo, dirección
    8 distancia
    9 sigh
    10 cara
    11 la respiración
    12 se contrajeron, se activaron
    13 arma
    14 ciudad española famosa por sus armas blancas (navajas, dagas y espadas)
    15 sentir o intentar sentir con las manos
    16 alrededor de
    17 audaz
    18 pie
    19 disuelve
    20 débil
    21 blancura
    22 fino, diminuto
    23 luz
    24 mancha
    25 crece, se expande
    26 en la distancia
    27 admiración, sorpresa, extrañeza
    28 que vaga, que se mueve sin rumbo fijo
    29 anteojos, gafas, lentes
    30 De Jerez de la Frontera, pueblo español famoso por su vino fortifi cado conocido en inglés como Sherry.
    31 alterar
    32 intenta
    33 que tiene cuernos, horned
    34 insulto
    35 to spill
    36 interrumpan, intercepten
    37 fija, riveted
    38 altera, perturba
    39 altar
    40 gasa, tela
    41 bastante, muy
    42 no obstante, nonetheless
    43 daydream, visión
    44 que cubre de nubes o sombras
    45 hermosa, apuesta
    46 ondulante, wavy
    47 suaves, blandas
    48 carpet, rugs
    49 to swell
    50 desde atrás
    51 foam
    52 emociona
    53 deseo, ansiedad
    54 miedosa
    55 seria, seca
    56 burla, engaño, decepción
    57 señales
    58 deseo
    59 moan, wail
    60 se rompe
    61 agudo, afilado
    62 to tear, to rip
    63 pena
    64 letal, venenoso, que causa muerte
    65 venenoso
    66 to cause ripples
    67 venga en auxilio, ayude
    68 sordo, indiferente
    69 burla, mofa
    70 elegancia, joyas, fineza
    71 se sustenta de, vive de
    72 dolor
    73 cama
    74 infinitas, eternas
    75 pieces
    76 coagular, solidificar, to curdle
    77 to burst
    78 paz, descanso
    79 desagradecido
    80 lo adiviné
    81 enfatuation
    82 obstinencia
    83 los que no hablan o no pueden hablar
    84 heartbeat
    85 indescriptible, untold
    86 tenderness
    87 ataron, unieron, conectaron
    88 desunió, cortó
    89 descanso
    90 peligro
    91 resistencia
    92 os cause pena o dolor
    93 me apoyo, el diablo me defi ende
    94 to tempt
    95 desinterés
    96 blasfemia o maldición derivada del “par Dieu” francés
    97 de este mundo
    98 frívolos, superficiales
    99 Período de ayunas y purifi cación espiritual entre el Miércoles de Ceniza y el Jueves Santo (justo antes del Domingo de Pascua), unas seis semanas.
    100 os viene
    101 aumentar en dos
    102 tras ella
    103 súplicas, oraciones
    104 encantaciones, invocaciones mágicas
    105 áspera, hoarse
    106 reposa, descansa
    107 melodía
    108 adormecer, lull to sleep
    109 Dios romano de los vientos del norte.
    110 sólidas, firmes
    111 parte principal o central
    112 agitadas
    113 sonido de las campanas
    114 ruido o sonido fuerte, confusión
    115 ritmo
    116 weather vanes, wind vanes
    117 ruido grande
    118 infértil, estéril
    119 área de arena o área vacía
    120 impulsivo, acelerado
    121 se eleva
    122 monstruos, abortos, off spring
    123 viento fuerte
    124 cosa rara, suceso asombroso
    125 se burla (de mí)
    126 Vino de Málaga, España.
    127 persiste
    128 tocar las campanas por la muerte de alguien
    129 for hire (en sucesión, en línea)
    130 diablos
    131 le acredita, le enriquece, le viene bien
    132 locura, disparate
    133 ha decidido
    134 caminata
    135 palpando o sintiendo con las manos por no poder ver
    136 chirrian, to grate (on), to screech
    137 de hierro (metal)
    138 chains
    139 que no oye
    140 filas, columnas, líneas
    141 vestidos de negro
    142 masas, cuerpos
    143 plataforma para trasladar cadáveres
    144 acostados, echados
    145 misterio, enigma
    146 mercy
    147 barro, mud
    148 lujos, opulencia
    149 lentos
    150 funeral
    151 ambas, las dos
    152 to bend
    153 pavor, terror, pánico
    154 recorrer, fluir
    155 procedimiento, trabajo
    156 error, equivocación
    157 que lleva capucha (hood)
    158 sinvergüenza, pícaro, persona que engaña y estafa
    159 confundir, literalmente to stumble
    160 presuntuoso, ostentoso
    161 rechazo, niego
    162 risotada, risa fuerte
    163 ajustó
    164 piadosa
    165 cosa insignifi cante, “me importa poco”
    166 to warn
    167 muchacho, joven
    168 bramó, atronó, to howl, to thunder
    169 tormentoso, tempestuoso
    170 luminosos
    171 atacó
    172 lío, confusión, engaño
    173 destino
    174 sirvientes de familias nobles, pages
    175 velas
    176 pleats
    177 audacia, osadía
    178 verges on
    179 color morado
    180 to scatter
    181 derruidos
    182 fantástico, irreal
    183 se mueve para arriba y abajo, hacia adelante y atrás
    184 anchored
    185 terrorífico
    186 habitantes
    187 lair
    188 perturba, desconcierta
    189 coals, embers
    190 pisoteada, profanada
    191 soberbio
    192 la ira
    193 aparato
    194 desafío, duel
    195 relámpago, lightning bolt
    196 rompe
    197 canturreando, humming
    198 to resound
    199 pared gruesa
    200 aprieta, to cinch
    201 temples (de la cabeza)
    202 Planta alucinógena, utilizada en filtros de amor y pócimas mágicas: henbane.
    203 etéreo, incorpóreo, tenue
    204 sombra, espacio ensombrecido
    205 color marrón oscuro, dark brown
    206 colina, knoll
    207 prendedor, una joya que se lleva en el pecho como adorno, brooch
    208 punto más alto
    209 aire, cielo
    210 sujetar, poner
    211 brumoso, misty, cloudy
    212 rápida
    213 oscura, sombría, siniestra
    214 marble
    215 de caracol: spiral
    216 twisted
    217 escalera
    218 narrow
    219 twisted
    220 spinning
    221 dizzying
    222 desconcierto, confusión
    223 se cae
    224 rápido
    225 cese, termine
    226 to roll
    227 grada, step
    228 grosero, impuro
    229 tirado, lanzado o caído de una altura (o peña)
    230 whistling
    231 onomatopeya
    232 insultos, injurias
    233 erectos, parados
    234 necia, simple, tonta
    235 prodigio, fenómeno que causa admiración o terror
    236 esperaba
    237 lecho o cama matrimonial
    238 to defy
    239 conspira
    240 aunque sea
    241 triste, lamentable
    242 lamento, queja
    243 a la vez
    244 lullaby
    245 fascinación, estupor
    246 chant
    247 gusts
    248 drumhead
    249 la parte más alta del árbol
    250 mover hacia un lado y otro
    251 salvaje
    252 howl
    253 presagio, indicación de un evento futuro
    254 aumentativo de bramar, to roar
    255 thunder
    256 resonando (un ruido grande)
    257 inner depths
    258 que con su sonido causa terror
    259 vocería, gritería
    260 agudos, puntiagudos, cortantes, punzantes
    261 gnashing
    262 aumentativo de temblar
    263 soportes, fundamentos, fundaciones
    264 explosión
    265 piedras
    266 joints
    267 faltos de carne
    268 estallar, explotar
    269 vaults (arquitectura)
    270 onomatopeya
    271 (Final) Judgement
    272 grito lastimero, chillido
    273 estrépito, estruendo, ruido grande
    274 insistencia, vehemencia, fuerza
    275 estallido, explosión
    276 to come unhinged
    277 recinto, sala, cuarto
    278 Del tártaro, el infierno o donde habitan los fantasmas.
    279 las concavidades
    280 cadavéricos, scrawny, bony
    281 gesto o expresión de la cara
    282 manos diestras (derechas)
    283 cráneo, cabeza sin carne
    284 grimmace
    285 irritante, exasperante
    286 que choca, como una corriente eléctrica
    287 junta y de pronto, throbbing
    288 marido
    289 herida de espada
    290 spouting
    291 (mano) derecha
    292 sin miedo
    293 clasps
    294 realizada, consumada, satisfecha
    295 calma, serenidad
    296 de verdad
    297 matrimonio
    298 no penséis
    299 fracasado
    300 godfather
    301 el demonio, Lucifer
    302 ambos
    303 furrowed
    304 despidiendo, lanzando
    305 desdén
    306 dar la cara
    307 hueco
    308 pálido, cadavérico
    309 skeleton
    310 repugnates, repulsivos
    311 ata, captura
    312 estrechos, squeezing
    313 ansioso, deseoso
    314 cheek
    315 frota, fricciona, friega
    316 Ver la Nota al final de este texto para la posible inspiración de esta escena
    317 joints, tendons, ligaments
    318 ataduras, knots
    319 valiente
    320 lucha, intenta
    321 liberarse
    322 agrupación en círculo para cantar y tocar
    323 mueve
    324 secas
    325 cavernoso
    326 howl
    327 discordante, desafi nado, disonante
    328 rough
    329 el interior
    330 felicidad, alegría, delight
    331 antorcha
    332 ofrezca
    333 to trample
    334 to slice through
    335 desgraciado, nefasto, fatal
    336 hechizo
    337 batalla, disputa
    338 lascivos, lujuriosos, lewd
    339 llevanle
    340 atrapado
    341 derrotado
    342 exhausto, desmayado
    343 niega, no acepta
    344 malvado, infame, mezquino
    345 el cuerpo
    346 to faint
    347 delirio, desconcierto
    348 desánimo, cansancio
    349 náusea
    350 borrosos, nebulosos, poco claros
    351 eyelids
    352 se enciende
    353 Instrumento musical de cuerdas utilizada por los antiguos griegos.
    354 to strike or sound (un instrumento de cuerdas)
    355 calidad, manera
    356 sútil, tenue, etéreo
    357 mientras
    358 color rojo encendido, carmine
    359 teñida de rojo
    360 emitir, to send
    361 alegra
    362 adorna
    363 que nace, nuevo
    364 derrama, to pour
    365 felicidad
    366 seguían
    367 bustle
    368 tiendas y lugares de trabajo
    369 labor
    370 desasosiego, angustia
    371 incorregible, incurable
    372 disfrazado
    373 dijeres (futuro del subjuntivo, 2a pers.)
    374 mentira


    4.8: El estudiante de Salamanca (1837-1840), cuarta parte is shared under a not declared license and was authored, remixed, and/or curated by LibreTexts.

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