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Humanities LibreTexts

3.3: El siglo XVIII en Hispanoamérica

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    El siglo XVIII hispanoamericano está marcado por el inconformismo frente al dominio monárquico, en particular contra las reformas del “despotismo ilustrado” que hicieron los reyes Borbones, las cuales reforzaban el monopolio comercial español, hacían más estricta la recolección de impuestos, y limitaban el acceso de los americanos a los puestos administrativos. Además, las ideas liberales de la Ilustración, que llegaban a las universidades, las academias literarias y las sociedades económicas, fomentaron ideales contrarios a la Monarquía y deseosos de estructuras más democráticas y comercio libre.

    Alegoría de la industria
    Un comunero en protestas (1781).

    Vientos de cambio

    deuda: debt
    acrecentar: to increase
    ante: facing, before
    abundar: to be widespread
    comunero: commoner, a member of a certain community or trade

     

    lema: slogan
    patrón: master, boss, owner
     

     

     

     

    apoyo: support

    ilustre: learned

    infundir: to fill with

    huérfano: orfan

    En el siglo XVIII, España y Portugal ya no eran ricos imperios. Ambos reinos tenían inmensas deudas con banqueros de otros países europeos, lo cual afectaba su política interna y externa. Además, el gobierno despótico, el crecimiento de la población y la influencia de las ideas liberales causaron gran inestabilidad social. Por su parte, las colonias ibéricas en el Nuevo Mundo producían una inmensa riqueza que acrecentó el poder de la élite criolla (descendientes de españoles peninsulares), que compraba los puestos gubernamentales como si fueran mercancías. El contrabando y la piratería se hicieron prácticas comunes que los comerciantes ingleses ejercían con gran habilidad.

    Ante estas tensiones coloniales, abundaron las rebeliones de indígenas, esclavos y campesinos mestizos o mulatos, que formaban el 85% de la población. Entre las protestas de "comuneros" mestizos, las más famosas son la de Asunción (Paraguay) en 1731, y la de Socorro (Colombia) en 1781, que se sublevaron violentamente contra los nuevos impuestos y las restricciones económicas. También en 1780 ocurrió una inmensa sublevación indígena que se extendió por zonas del Perú, Bolivia y el norte de Argentina. El líder de esta rebelión, que reunió un ejército de 60.000 indígenas, fue José Gabriel Condorcanqui, quien se proclamó el nuevo monarca inca con el título de Túpac Amaru II, y con el lema: "Campesino: el patrón ya no comerá más de tu pobreza". En todos estos casos, la represión española fue implacable, sometiendo a sangrientas torturas a los sublevados. En Haití (1791) hubo además una rebelión de esclavos –había más de 70.000– que culminó, no sin gran violencia y represión por parte de Francia, España e Inglaterra, en la independencia de la isla (incluyendo lo que hoy es la República Dominicana).

    También entre la élite criolla había muchos inconformes, y las ideas liberales florecían en las colonias a pesar de la represión imperial. Las reformas de Carlos III de Borbón en los dominios españoles, que buscaban fortalecer la autoridad peninsular, produjeron gran inconformismo entre los criollos, que ahora tenían mayores impuestos y menos participación en el gobierno. Los jesuitas, expulsados de América en 1767, realizaron en el exilio una labor de abierta oposición al régimen absolutista. Además, para fines del siglo XVIII ya había en América científicos reconocidos, intelectuales inquietos y revistas liberales de prestigio in­ter­nacional, tales como el Papel periódico de La Habana (1790-1804) y el Mercurio Peruano (1791-95). Para 1794, el bogotano Antonio Nariño había traducido y publicado en español la Declaración de los derechos del hombre, y el venezolano Francisco de Miranda (1750-1816) había participado en la revolución francesa y en la guerra de independencia de los Estados Unidos, recorriendo luego Europa en busca de armas, dinero y apoyo para la independencia de América. En 1796, el ilustre Simón Rodríguez (1769-1854) se encargó de la educación del libertador Simón Bolívar (1783-1830), el huérfano más rico de Venezuela. Rodríguez le mostró la dura vida de los mil esclavos que trabajaban para la familia Bolívar, lo llevó a conocer los campos venezolanos, y le infundió ideas subversivas: "las escuelas deben abrirse a las gentes comunes de sangre mezclada"; "deben estudiar juntos los niños y las niñas. Primero, porque así los hombres aprenden a respetar a las mujeres, y segundo, porque las mujeres aprenden a no tener miedo de los hombres"; "igualdad, libertad, fraternidad es el ideal de un buen gobierno" (Rumazo González 1980: 147).


    La estética criolla: fuentes europeas, temas americanos

    “Juntémonos todos bajo los estandartes de la libertad. La justicia combate por nosotros”.
              –Francisco de Miranda (1750-1816), en Proclamación a los pueblos del continente colombiano, alias Hispanoamérica (1801).
    Let us all join together under the banner of freedom. Justice fights on our behalf.

     

    acorde: in accordance with

     

    adinerado: well-off

     

     

    filólogo: grammarian

    recaudar: raise (funds)

     

    cadena: chain

    idealizar: romaticize

     

    Desde el siglo XVIII, las ideas emancipadoras y racionalistas de la Ilustración, así como el formalismo didáctico del neoclasicismo europeo, se desarrollaban también en la América hispana, particularmente entre la élite culta conformada por peninsulares y criollos. Muchos escritores hispanoamericanos estaban in­te­re­sa­dos en promover un presente y un futuro acordes con ideales iluministas. En este sentido, continuaban po­nien­do énfasis en la capacidad ética del arte, una preocupación neoclásica. Pero su escritura tam­bién se inspiró en el romanticismo para representar las emociones de rebelión y fervor en las luchas de in­de­pen­den­cia. Por eso es con frecuencia inexacto aplicar sin modificaciones la clasificación de las escuelas es­téticas europeas a las Américas. La producción artística y literaria hispanoamericana de la época de la Emancipación es una mezcla o  alternancia entre neoclasicismo y romanticismo, entre la razón ilustrada y la pasión nacionalista, con contenidos distintivos según las regiones.

    Al mismo tiempo, la élite intelectual hispanoamericana de aquella época consideraba en su mayor parte que las ideas y modas europeas, particularmente las que predominaban en Francia e Inglaterra, eran las más refinadas y avanzadas, y había que aprenderlas, imitarlas o adaptarlas. Muchos criollos de familiar a­di­ne­ra­das  viajaban a Europa y allí buscaban inspiración para construir sus naciones, regresando a go­ber­nar o a enseñar, a publicar o a fundar nuevas empresas en América.

    Este fue el caso de uno de los intelectuales más influyentes de comienzos del siglo XIX en His­pa­no­a­mé­rica, y uno de los maestros de Simón Bolívar, el poeta y filólogo Andrés Bello (Venezuela, 1781 - Chile, 1865). En 1810 fue enviado a Londres por las fuerzas revolucionarias para recaudar fondos y establecer con­tac­tos políticos a favor de la causa independentista, y se quedó en la capital británica hasta 1829, cuando fue in­vitado por el gobierno chileno para establecer el nuevo sistema educativo, permaneciendo en Santiago has­ta su muerte. En su periodo londinense se familiarizó con las obras del romanticismo, y posteriormente co­mentó con lucidez los elementos principales de ese nuevo movimiento estético. Aunque se puso en contra de los extremos emotivos románticos, también se distanció de las reglas estrictas del neoclasicismo, re­co­no­cien­do la importancia de la libertad en la política y en la literatura y rechazando “las cadenas con que se ha que­rido aprisionar al poeta en nombre de Aristóteles y Horacio” (discurso en la Universidad de Chile, 1843).

    Bello publicó en Londres uno de sus poemas más famosos, “La alocución a la poesía” (1823), con­si­de­ra­do como una declaración de independencia cultural para Hispanoamérica. El hablante invita a la poesía que abandone a Europa, corrupta y autoritaria, y se venga a vivir en América, donde todavía reinan la na­tu­ra­leza virgen y los altos ideales de la libertad, creando héroes comparables a los de la antigüedad europea. El estilo de esta silva (forma cultivada en la Roma antigua y después en el Renacimiento italiano) es cla­ra­mente neoclásico por su equilibrio, claridad y tono didáctico. Sin embargo, el contenido está relacionado con la tendencia romántica a idealizar la geografía y el patriotismo, y es una defensa vehemente de la dignidad ame­ricana, que algunos intelectuales europeos habían catalogado como intrínsecamente inferior. El si­guien­te pasaje refleja esta diferencia estética:

    Oh quién contigo, amable Poesía,
    del Cauca a las orillas me llevara,
    y el blando aliento respirar me diera
    de la siempre lozana primavera
    [. . . ]
    y del lejano tambo a mis oídos
    viniera el son del yaraví amoroso!
    (v. 169-88)
    O, I wish someone would take me with you,
    lovable Poetry,
    to the edge of the Cauca river,
    and let me take in
    the ever young spring’s soft breath
    . . . 
    and let the music of the loving Inca song (yaraví)
    come to my ears from the distant Inca lodge (tambo)

    Obsérvese el sentimiento de nostalgia por este río de Suramérica (el Cauca), la idealización de su clima (siempre primavera), la personificación de la estación (una joven respirando), y la evocación de elementos tí­picos y exóticos como el tambo y el yaraví (de origen incaico). Todo esto responde a una sensibilidad ro­mán­tica, a pesar de que la formación de Bello había sido netamente neoclásica.

    Todavía menos convencional es el peruano Mariano Melgar (1791-1815), quien tenía sangre indígena. Siguiendo el neoclasicismo didáctico escribe fábulas en verso como “El cantero y el asno” (the quarryman and the donkey), pero su mensaje es más social que moral, más apasionado que racionalista: hace un paralelo entre el burro abusado y el indígena explotado por el régimen colonial. Así dice el asno furioso:

    «nos tienes mal comidos
    siempre bajo la carga,
    ¿y exiges así brío?
    ¿y con azote y palo
    pretendes conducirnos?
    ¿y aún nos culpas de lerdos
    estando en ti el motivo?»
    […] Un indio, si pudiera,
    ¿no dijera lo mismo?

    (v. 22-40)
    “You keep us hungry,
    always loaded,
    and want us to be strong?
    Do you pretend to lead us
    with whip and stick only?
    And you even blame us
    for being slow, when it is your doing?
    [...]
    Wouldn’t an Indian, if he could,
    say the same?”

    El poema expresa indignación e ironía, ya que aquí el burro, que al menos puede hablar, está mejor que el in­dígena silenciado. Más que una fábula didáctica, el texto puede muy bien leerse como una defensa ro­mán­­tica del explotado. En su búsqueda de nuevas formas, Melgar –quien en su corta vida fue sacerdote, soldado revo­lu­cio­na­rio, y murió en el campo de batalla contra los españoles– escribió poemas basados en el yaraví, un gé­nero lírico y amoroso de origen quechua.

    Estos breves ejemplos ilustran cómo los movimientos estéticos europeos, tales como el neo­cla­sicismo y el romanticismo, toman formas y caminos propios en Hispanoamérica, marcada por su propio entorno sociocultural. La poesía de estos criollos y mestizos respondía a una realidad en muchos sentidos diferente a la de Eu­ropa, y de muchas maneras también plenamente partícipe de la cultura occidental.


    Mestiza, de Miguel Cabrera, 1763

    Miguel Mateo Maldonado y Cabrera (1695–1768) fue un reconocido pintor mexicano. Su serie "castas" representa la jerarquía de clases sociales basadas en la raza de los padres. Así, por ejemplo, los criollos habían nacido de padres españoles y estaban en la cima de la pirámide social. Alguien nacido de padre español y madre indígena se llamaba "mestizo" y tenía una categoría social inferior. Aún más abajo se encontraban los mulatos, mezcla de español y africano. DespuésPor debajo estaban los zambos, mezcla de indígena y africano, y así sucesivamente.
    Esta pintura representa a una niña mestiza, más unida a la madre indígena que al padre español, de quien no se muestra su rostro, indicando que se trataban generalmente de uniones secretas o por fuera del matrimonio.
    La sobriedad del estilo neoclásico se nota, entre otras cosas, en el equilibrio geométrico de las figuras y cierta serenidad en los rostros. Al mismo tiempo, hay elementos barrocos en la densidad del vestuario femenino y en la complejidad de las miradas. Y un elemento romántico de emancipación inspira la serie completa, que funciona como una protesta contra la extrema estratificación social basada en la sangre y no en los méritos personales.

    "De español e india, mestiza", Miguel Cabrera, 1763.
    Emilio J. Rodríguez Posada, CC BY-SA 2.0, via Wikimedia Commons.

    Fuentes


    • Bello, Andrés. “Alocución a la poesía”. Revista Biblioteca Americana, 1 (Londres 1823).
    • Blanco Aguinaga, Carlos, et al. Historia social de la literatura española. Akal, 2000.
    • Davies, Catherine, ed. The Companion to Hispanic Studies. Oxford University Press, 2002.
    • Franco, Jean. Historia de la literatura hispanoamericana. Barcelona: Ariel, 1983.
    • Melgar, Mariano. “El cantero y el asno”. http://es.wikipedia.org/wiki/El_cantero_y_el_asno.
    • Rumazo González, Alfonso. Ideario de Simón Rodríguez. Caracas: Centauro, 1980.
    • Winn, Peter. Americas: The Changing Face of Latin America and the Caribbean. 4th ed. Berkeley: U of California, 2005.

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