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2.2: La época colonial en Hispanoamérica

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    Hispanoamérica en los siglos XVI y XVII

    colonia línea temporal


    desempeñar: to play (a role)
    actualidad: present time
    diciente: telling
    manjar: delicacy
    valioso: valuable
    actual: current, present
    sin mencionar: not to mention
    La invasión europea de lo que hoy es América desempeña un papel muy significativo dentro de la manera en que se imaginan y se relacionan las culturas europeas y las americanas en la actualidad. Eso que llamamos América no existiría ni podría pensarse sin la exploración y colonización extranjeras. Y también la Europa occidental de hoy fue profundamente modificada y moldeada por esa misma historia. Los ejemplos de la dieta son sencillos pero dicientes. La comida de muchos países europeos, desde Italia hasta Irlanda, no sería lo mismo sin la papa suramericana o el tomate norteamericano. Y más lejos aún: uno de los manjares entre las poblaciones caribeñas era una fruta llamada ananás. Por su forma parecida a los frutos del pino, los españoles la llamaron piña, y los europeos la difundieron por los cinco continentes, hasta ser un elemento fundamental de la cocina de Tailandia y Cambodia. La economía, las estructuras sociopolíticas, la dieta, las artes y letras, así como la autopercepción general de estas poblaciones, están marcadas por la historia colonial. Colón en América, por Theodor de Bry, 1594
    Llegada de Cristóbal Colón a América, por Théodor de Bry, 1594.

    Objetivos de la colonización


    [lograr: to accomplish - moros: Moors - asegurar: to secure - premiar: to reward - ya que: because, since - había que: one had to - de ultramar: overseas]

    Para 1492, España se había consolidado como una de las primeras naciones europeas que, en la era moderna, se unificaron bajo un gobierno central. Esto se había logrado después de varios siglos de lucha armada contra la presencia árabe en la Península Ibérica. Con la expulsión de los últimos moros del sur, en Granada, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón –los Reyes Católicos– aseguraron su dominio del nuevo reino unificado que ahora era España. También en ese año se decretó la expulsión de los judíos (o su forzosa conversión al cristianismo), y se publicó la primera gramática española (Antonio de Nebrija 1441-1552). 

    Estos datos revelan tres de las bases ideológicas y políticas con que se inició la expansión española en América: 

    1. En primer lugar, había un ejército muy organizado y ansioso de nuevas conquistas heroicas en nombre del cristianismo.
    2. En segundo término, el catolicismo, el idioma español y el absolutismo de la Corona eran los elementos unificadores de la nueva identidad nacional.
    3. Y un tercer factor, no menos importante, era la ambición expansiva, en busca de riquezas para premiar a los héroes de la Reconquista y sostener una economía basada en la guerra y en la posesión de tierras. Ya que el comercio comenzaba a florecer en Europa, la compra y venta de mercancías era una dinámica social fundamental que utilizaba el oro y la plata como monedas de cambio.

    Así pues, la colonización de América tenía, en la esfera ideológica, una misión evangelizadora: cristianizar heroicamente el mundo, por conversión o por miedo. A escala política, su papel era expandir el dominio de la Corona española, consagrada a la fe católica. En el campo económico, había que encontrar metales preciosos, competir comercialmente con el resto de Europa, y dar tierras a los héroes españoles y a la Iglesia. Por eso la conquista fue una operación fundamentalmente militar, pero también evangelizadora, que avanzó en busca de oro y de plata hasta el extremo sur del continente, con la esperanza de encontrar el legendario “dorado”. Son típicas las imágenes de los conquistadores españoles con sus armaduras y caballos, siempre acompañados de sacerdotes católicos, convirtiendo a los indígenas o luchando contra ellos, y fundando ciudades en nombre de Dios y del rey. 

    Una vez conquistado un vasto terreno, el esfuerzo militar pronto se concentró en neutralizar la intervención de otras potencias en la zona, tales como los bucaneros ingleses. Además, la Corona española estableció un fuerte monopolio comercial sobre sus territorios de ultramar, y una estructura autoritaria, burocrática y jerárquica que duró más de tres siglos. Esta estructura, que consideraba natural el dominio de los europeos sobre indígenas y africanos, hasta el presente continúa influenciando de muchas maneras la cultura, enconomía y política de la región.


    Impacto cultural de la conquista


    involucrado: involved
    moneda: currency

    así como: as well as
    célebre: famous
    por haber: for having



    sitiar: to siege
    lograr: to manage to
    en cambio: in contrast


    obsequio: gift
    una especie de: a sort of

    La geografía de América Latina está llena de referencias a los personajes involucrados en la conquista. El nombre de Colombia y la moneda costarricense, el Colón, son las alusiones más obvias al famoso navegante genovés que inició este proceso. El parque central de la ciudad de San Diego, California, así como la moneda panameña, están nombrados por el español Vasco Núñez de Balboa (1475-1519), explorador del océano Pacífico. Una importante ciudad de Chile honra el nombre de Pedro de Valdivia (1500-1553), quien exploró esa región del sur y fundó también la ciudad de Santiago. Pero los dos conquistadores más célebres, por haber liderado la conquista de los dos vastos imperios indígenas, son ernán Cortés (1485-1547) y Francisco Pizarro (1478-1541).

    Cortés inició la famosa conquista del imperio azteca desde Cuba en 1519, con sólo quinientos soldados y unos dieciséis caballos. En poco más de un año, y con ayuda de otros pueblos indígenas que estaban dominados por los aztecas, los españoles sitiaron y lograron dominar la ciudad de Tenochtitlán. Dos nombres importantes en este proceso son: 1) Moctezuma II, el emperador azteca que recibió a los españoles como seres superiores, cayó prisionero de ellos y murió en 1521, poco después de la llamada "noche triste", en la que los españoles estuvieron sitiados por los mexicas; y 2) el príncipe Cuauhtémoc, quien siguió luchando hasta el final resistiendo la toma de Tenochtitlán y finalmente fue ejecutado por Cortés en 1525. Es irónico que no haya ningún monumento a Hernán Cortés en México, y en cambio abundan las calles y parques nombrados en honor del joven Cuauhtémoc, considerado un héroe nacional. Todavía hoy, la legendaria indigestión que padecen los visitantes de la ciudad de México cuando toman agua local, se llama "la venganza de Moctezuma".

    Cortez & La MalincheOtro personaje fundamental en la conquista de México es La Malinche, una de las diecinueve mujeres que el cacique de Tabasco, en Yucatán, dio a los españoles como obsequio en 1519. Parece ser que su título en náhuatl era Malintzin, y había nacido dentro de la cultura azteca, pero desde muy joven había sido entregada como esclava a los Tlaxaltecas (mayas) de Yucatán. Cortés la hizo su amante, bautizándola con el nombre de Doña Marina. Ella se hizo fundamental como traductora porque, además de idiomas mayas, hablaba también el náhuatl de los mexicas y pronto aprendió también el español. Cortés, en una de sus cartas, anotaba que, después de Dios, su victoria sobre los aztecas se debía a Doña Marina. Ella tuvo un hijo llamado Martín Cortés, a quien el conquistador reconoció como suyo. La figura de La Malinche se ha convertido en un símbolo muy importante, una especie de Eva mexicana: madre del mestizaje por su relación con el conquistador. En este país, hasta hace pocos años, el adjetivo "malinchista" era sinónimo de "persona traidora". Una famosísima representación de este personaje como símbolo de las tensiones sociales originadas desde la conquista en América Latina es la pintura que hizo hacia 1926 el muralista José Clemente Orozco (1883-1949), llamada Cortés y La Malinche. Más recientemente, su figura ha sido reivindicada como símbolo de las mezclas y negociaciones que los oprimidos necesitan efectuar para sobrevivir y resistir. En estas versiones se articulan las limitaciones de esta mujer como esclava, y se subraya su papel constructivo como mediadora, adquiriendo particular relevancia literaria e histórica para las poblaciones chicanas y latinas de los Estados Unidos quienes, como ella, tienen que navegar entre dos culturas y lenguas en condiciones de inferioridad.


    enterarse de: to find out
    tras: después de
    amenaza: threat
    guardaespaldas: bodyguard
    ya que: because, since

    los hechos mismos: the facts themselves
    implicar: to involve
    citado: quoted
    códice: codex
    relación: account, narration
    maltrato: mistreatment
    asombro: amazment

    Pizarro comenzó la famosa conquista del imperio incaico desde Panamá en 1531, con doscientos soldados y unos 65 caballos. Para 1532, los españoles habían cruzado la cordillera de Los Andes hasta el pueblo inca de Cajamarca, donde se enteraron de que el ejército inca tenía miles de soldados. Allí, los conquistadores solicitaron entrevistarse con el Inca Atahualpa, quien poco antes se había coronado como emperador tras una guerra civil contra su hermano Huáscar. El Sapa Inca (jefe supremo), considerado un semidiós entre su gente, no estaba particularmente preocupado por la amenaza de los extranjeros y, después de hacerlos esperar varios días, llegó con unos trescientos guardaespaldas ligeramente armados. Pero, a su llegada, los españoles atacaron e hicieron prisionero al emperador, quien aceptó hacer llenar de oro y plata un salón de 17x22x10 pies para pagar su rescate. Sin embargo, una vez recibido el pago, Pizarro decidió ejecutar a Atahualpa e instaló líderes incas fácilmente manipulables. Para noviembre de 1533, los españoles marcharon sobre Cuzco, la capital del Tahuantinsuyo (imperio incaico), sin encontrar resistencia. Pero, ya que Cuzco era demasiado remota dentro de las montañas, Pizarro decidió fundar en 1535 cerca de la costa una nueva capital para el imperio español, la ciudad de Lima. Allí murió, asesinado por otros españoles, en 1541.

    Codex Florentino Lam19Tan importante como los hechos mismos es el impacto que tuvieron las crónicas de la conquista en la imaginación europea y latinoamericana. La literatura de América Latina, desde la época colonial hasta el siglo XXI, está llena de alusiones a estas crónicas y a la percepción que implicaron. La más conocidas y citadas sobre México son la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España (1568) de Bernal Díaz del Castillo (ca. 1495-1584) y los códices de textos indígenas (como el códice florentino de Bernardino de Sahagún [1500-1590] y otros). Las más leídas sobre el Perú son la Nueva Crónica y buen gobierno (1615) del andino Felipe Guamán Poma de Ayala, y los Comentarios reales (1609-1617) del mestizo Garcilaso de la Vega, el Inca (1539-1616). Sobre el área del Caribe, donde comenzó la colonización, la crónica más polémica es la del fraile dominico Bartolomé de las Casas (1474-1566), cuya Brevísima relación de la destrucción de Las Indias (1552) criticó enérgicamente el maltrato a los indígenas y se convirtió en una obra precursora de los derechos humanos como los conocemos hoy. Estos son los comienzos de una literatura en la que la ficción y la historia se mezclan, igual que las razas y las cosmovisiones de diversos orígenes. Las culturas latinoamericanas de hoy son claramente el producto de estos encuentros llenos violencia, asombro, indignación y mutuo aprendizaje.


    Estructuras políticas y sociales


    [virrey: Viceroy - oidor: court official - afán: eagerness - lucro: profit - acatar: to acknowledge - latifundista: large land owner - propietario: owner - adinerado: con mucho dinero]

    Pocas décadas después de la llegada de Colón en 1492, la administración española ya tenía una jerarquía muy organizada en Las Indias (hoy América), que se consideraban parte del territorio nacional. El rey delegaba directamente su autoridad a un noble español con el título de virrey. Durante el siglo XVI se establecieron dos virreinatos: el de Nueva España, creado en 1535 con capital en la ciudad de México, incluía todo el territorio del antiguo México (desde Nuevo México, Texas, California hasta lo que hoy es Guatemala); y el de Nueva Castilla, establecido en 1543, cuya capital era Lima, que reemplazó al Imperio Incaico (hoy Ecuador, Perú y Bolivia). Con menor jerarquía política, había territorios más militarizados, gobernados por capitanes: las capitanías de Guatemala (hasta lo que hoy es Panamá), de Cuba (que incluía La Española y Puerto Rico), de Venezuela y de Chile. En el siglo XVIII se crearon otros dos virreinatos: La Nueva Granada, con capital en Bogotá (1739), y Buenos Aires, con capital en La Plata (1776). 

    Además de los virreyes, existía en América una institución judicial llamada la Audiencia, constituida por unos ocho oidores que controlaban a las autoridades políticas. Los virreyes, además, eran visitados con frecuencia por representantes del rey para supervisar su fidelidad a la Corona. Este complicado aparato político respondía, en parte, a la preocupación constante de la Corona española por controlar sus territorios en América. Pero también reflejaba los debates internos del gobierno español, que por un lado fomentaba el afán de lucro y el trabajo forzado de indígenas y de africanos, pero por otro lado expedía leyes para proteger los derechos cristianos de los indígenas y prevenir los abusos. La autoridad era contradictoria y difusa. Un dicho común en las colonias era: “la ley se acata pero no se cumple”, es decir, se reconocía el mandato del rey, pero sus leyes tenían poco impacto en la práctica. Por ejemplo, por razones religiosas y políticas, en todos los territorios españoles estaba prohibido el tráfico de esclavos –los traficantes de esclavos eran ingleses, franceses, portugueses y holandeses–, pero en realidad la compra y venta de esclavos africanos fue una parte fundamental de la economía colonial.

    La pirámide social de las colonias ibéricas era bastante fija, y estaba basada en una clara distribución desigual de la riqueza, el trabajo y la raza. En la cima de la pirámide, con el mayor poder político y económico, estaban los españoles venidos de Europa. Junto a ellos, pero con menor influencia política, estaban los criollos: americanos de "pura sangre" española que generalmente eran latifundistas y tenían pleno acceso a la educación. En el estrato medio, casi siempre artesanos o pequeños propietarios de tierras, estaban los mestizos: estos eran una mezcla de indígena y español. En escala descendiente había un gran número de otras "castas" o mezclas raciales: mulatos (negro y español), zambos (negro e indígena), etc. Por fin, en la base de la pirámide y destinados a los trabajos más duros en las minas y la agricultura, estaban los indígenas y los esclavos africanos.

    Estas estructuras políticas y sociales también se expresaban en el desarrollo urbanístico. Las ciudades se organizaban alrededor de una plaza mayor central, donde se hacía el mercado semanal, y donde se encontraba el palacio de gobierno y la iglesia principal o catedral. Cerca de la plaza vivían las personalidades más influyentes –autoridades, familias adineradas de españoles o de criollos–, y estaban los conventos y las universidades. En la periferia vivían los ciudadanos de menor categoría: mestizos, mulatos, indígenas. Así, las ciudades reflejaban la estratificación de la colonia, basada en la “pureza” de sangre española, y con muy pocas posibilidades para ascender en la escala social. Pero esta estructura expresa también el continuo contacto entre clases y grupos diferentes en la plaza mayor, para el mercado, las Audiencias, y las festividades religiosas que, además del contacto sexual entre las distintas castas, creó el sincretismo cultural y racial que hoy caracteriza a América Latina.


    Vida económica y cultural


    [ingenios de azúcar: sugar refineries - mano de obra: manual labor - indigno: despicable - arar: to plow - arraigado: deeply rooted - mediante: by means of - ladrillo: brick -
    pueblo: common people - censura: censorship - villancico: religious song - obra teatral: play]

    La economía colonial tenía tres bases: la agricultura, la minería y el comercio. La mayor riqueza venía de la explotación de minas de oro y de plata, como la de Potosí en Bolivia, o la de Zacatecas en México. Los cultivos de algodón y los ingenios de azúcar también fueron de gran importancia, especialmente en el Caribe y Brasil. Los españoles y los criollos eran los propietarios y administradores de las tierras, mientras que los indígenas y los esclavos africanos eran la mano de obra, tanto en las minas como en los cultivos agrícolas. Era típico de los colonos españoles considerar indigno el trabajo físico, como lo declaró Hernán Cortés al llegar a América: "No he venido a arar la tierra como si fuera un campesino". Esta tradición de mantener una minoría privilegiada en el poder político y una mayoría pobre dedicada al trabajo agrícola y manual está todavía hoy arraigada en la organización social de la mayoría de los países latinoamericanos.

    Los indígenas, que no eran esclavos sino ciudadanos, estaban obligados a trabajar mediante instituciones basadas en los impuestos o en la “protección” militar. Dichas instituciones eran la mita (impuestos que se pagaban con tiempo de trabajo) y la encomienda (tierras “protegidas” por un español que debía asegurarse del bienestar de los indígenas, quienes a cambio trabajaban gratuitamente para él). La metrópoli española tenía el monopolio del mercado, así que era prohibido el comercio de unas colonias con otras: todas enviaban sus mercancías directamente a España. Sin embargo, el contrabando y la piratería eran prácticas comunes. La industria nunca fue una parte muy significativa de este monopolio, y fundamentalmente se concentraba en la manufactura de algunos productos para el consumo doméstico (ropa, alimentos, ladrillos, etc.). Los criollos y los mestizos generalmente controloban este tipo de industrias locales.

    Pero no todo en la colonia era explotación económica o burocracia política. La vida cultural también se manifestó a través de instituciones educativas (controladas por la Iglesia), arte y festivales religiosos, periódicos, expediciones científicas, la creación de una dieta nueva y variada, la producción arquitectónica, una rica tradición de leyendas orales y una producción literaria basada en la crónica y en la poesía. En paralelo con la estructura social, los virreinatos españoles en América tenían pocas instituciones educativas para el pueblo en general, pero establecieron desde muy temprano prestigiosas universidades para los españoles y los criollos, los futuros administradores. En Lima, por ejemplo, se fundó la Universidad de San Marcos desde 1552, la cual ha continuado funcionando hasta hoy. 

    La censura de libros por parte de la Inquisición católica fue más estricta en América, donde estaban prohibidas todas las novelas, incluyendo la famosa obra de Miguel de Cervantes. Por lo tanto, el cultivo literario se concentró en las crónicas históricas y en la poesía. En la práctica, sin embargo, había un contrabando continuo de novelas europeas: se ha descubierto que en 1605, el mismo año en que se publicó El Quijote, había en Cartagena (Colombia) y en Lima numerosos volúmenes de esta obra (¡la ley se acata pero no se cumple!). Además, desde 1535, funcionaban muchas imprentas en las ciudades hispánicas de América. La escritora más famosa de la época colonial, y probablemente una de las mentes más brillantes que produjo el Nuevo Mundo, fue Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695), quien desde niña impresionó a la corte de la Nueva España por sus vastos conocimientos. Esta genial escritora, que se hizo monja para poder cultivar la actividad intelectual sin las restricciones del matrimonio, fue célebre por sus poemas barrocos, villancicos y obras teatrales, así como por su Respuesta a Sor Filotea de la Cruz (1691), que defiende el derecho de las mujeres a la educación. 

    Fue esta herencia múltiple y contradictoria, llena de posibilidades y limitaciones, la que dio forma a lo que hoy se llama América Latina. Su estética barroca, su diversidad étnica, sus paradojas económicas y sociales, encuentran sus raíces en la historia colonial, en la que las nuevas potencias europeas luchaban por la tierra y el trabajo de indígenas y africanos. En el proceso, tanto América como Europa se transformaron e influenciaron mutuamente, en relaciones verticales en cuanto al poder político y económico, pero horizontales u oblicuas respecto al patrimonio cultural.


    Actividad literaria


              [gestas: heroic deeds - virreinato: viceroyalty - sede: seat, head office - obispo: bishop - cosmovisión: world view - dramaturgo: playwright, dramatist]

    La colonización española avanzó rápidamente por lo que hoy llamamos América, que en esos siglos se conocía en España como “Las Indias”. Alrededor de un primer pe­rio­do de exploración se desarrolló una épica renacentista con extensos poemas y detalladas crónicas sobre las gestas de con­quis­ta, tales como las Elegías de varones ilus­tres de Indias (c. 1590) de Juan de Castellanos o La Araucana (1569-90) de Alonso de Ercilla. Esos textos registran el impacto intelectual que tuvo en la psi­que europea la ex­plo­ra­ción de un continente desconocido, incluyendo el asombro ante nuevos productos y modos de vida, así como el dilema ético frente a culturas desconocidas. La épica subraya el espíritu de aventura y heroísmo, particularmente entre los españoles, que por un lado tenían pocas opor­tu­ni­da­des de as­cen­so social bajo el feudalismo cristiano de la península, y por otro recordaban las largas guerras contra los mu­sul­ma­nes. En el Nuevo Mundo, la monarquía española encontró las riquezas y la ins­pi­ración que le per­mi­tieron llegar a ser el árbitro político de Europa Occidental en los siglos XVI y XVII. Por otro lado, se conservan algunos textos nahuas e incas que narran la conquista desde el punto de vista de los invadidos. Un poema náhuatl muy conocido es el anónimo “Después de la derrota”, que narra los desastres de la conquista europea desde el punto de vista azteca (de Anónimo de Tlatelolco, 1528, trad. Ángel María Garibay).

    Templo San Luis PotosíEn una segunda etapa, ya pro­piamente co­lonial, se establecieron dos sedes principales del gobierno sobre la base de los gran­des im­pe­rios mexica e inca: en México, el Virreinato de la Nueva España, en 1535; y en Lima, el Virreinato del Perú, en 1542. Ambos estaban gobernados por representantes directos del rey (los virreyes), con instituciones modeladas a imagen de España. En torno a estos centros ad­­­mi­nis­tra­tivos flo­­re­ce la poesía lírica, con gran prestigio y abun­dan­cia. Numerosos eventos, con­cur­sos y oca­sio­nes ce­re­mo­niales (como visitas de virreyes o de obis­pos) ofrecían a los poetas la opor­tu­ni­dad de presentar pú­bli­ca­men­te sus obras. La poesía barroca, cul­ti­vada en las cortes y universidades del Nuevo Mundo, se viste con el color y los temas de la gen­te y las tie­rras americanas.

    Así se forma el “Barroco de Indias” o novohispano (de la Nueva España). El barroco –un estilo caracterizado por la complejidad, la paradoja y la abundancia– era el ar­te imperial conquistador: fue usado en la evangelización de los nativos, y por eso acentuó muchas ve­ces su carácter religioso. Pero también se fundió de diversas maneras con las artes y cosmovisiones locales –in­dí­ge­nas–, produciendo así obras de arte mestizas, haciendo aún más ricos los niveles de complejidad y paradoja. En el barroco es también donde apa­re­ce por primera vez la idea de lo ame­ri­ca­no como español e indígena a la vez, como se aprecia en numerosas obras de arquitectura, que incluyen figuras precolombinas superpuestas a los ángeles y a los santos europeos. Dramaturgos como Juan Ruiz de Alarcón (México 1572-1639) y poetas como sor Juana Inés de la Cruz escribieron la mayor parte de su obra en español, compitiendo en talento con los autores españoles, sin an­ta­go­ni­zar­los, pero con la intención implícita de demostrar que los crio­llos (los españoles de América) eran tan ingeniosos y talentosos como los peninsulares. Algunos de ellos, al mismo tiempo, compusieron obras en lenguas o con símbolos indígenas, haciendo notar que pertenecían a un mundo híbrido, hispánico pero también indígena.

    La narrativa estaba, en general, prohibida por la Inquisición en Hispanoamérica. Por ello la prosa más cultivada fue el ensayo, especialmente en forma de cartas, que re­pre­sen­ta­ban al­gu­nos de los debates fundamentales sobre el poder, el papel de la religión y las leyes, los de­re­chos de los súbditos americanos y la visión civilizadora española en sus territorios de Indias.


    Cronología


    Breve cronología de la época de la conquista española hasta comienzos de la era colonial

    1492-1504

    Cuatro viajes de Colón explorando áreas del Caribe, Centro y Suramérica.
    Colón muere pensando que ha explorado áreas de Asia (“Las Indias”).

    1507

    Por primera vez se usa el nombre de América (en Alemania) por la fama de las cartas
    del explorador Américo Vespucio sobre su viaje a lo que él llama un “Nuevo Mundo”.

    1513

    Vasco Núñez de Balboa descubre el “mar del Sur”, el que luego se va a llamar Océano Pacífico.

    1519

    Fernando de Magallanes inicia el primer viaje alrededor del mundo.

    1519-22

    Conquista de México bajo el liderazgo de Hernán Cortés.

    1532-33

    Conquista del Perú bajo el mando de Francisco Pizarro.

    1535

    Se crea el virreinato de Nueva España (hoy México).

    1538

    Se funda la Universidad de Santo Domingo (República Dominicana).

    1543

    Se crea el virreinato del Perú (Nueva Castilla y Nuevo Toledo).

    1553

    Se fundan las universidades de México y Lima.

     


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